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Actualizado: 3 de junio de 2025


Don José les perdonaría a los cantonales en su calaverada si aprovecharan el empuje de las fragatas para irse a Gibraltar y conquistar aquel pedazo de nuestro territorio, retenido por la pérfida Inglaterra. Si viviera Méndez Núñez, otro gallo nos cantara. Horrores del cura Santa Cruz. Doña Laura, como si fuera símbolo humano de la unidad y el honor de la patria, sucumbe en aquellos tristes días.

Doña Marcela, reconociendo que Villalegre es mezquino recinto para sus expansiones y propósitos, se ha ido a Tarifa, su patria, y desde Tarifa ha pasado a Gibraltar, cuya reconquista tal vez haga.

El mar no es el límite de las naciones, de los continentes y las razas. Al dia siguiente, á las siete de la mañana, saltábamos á un falucho para ir á visitar á Gibraltar. Al poner pié en el estrechísimo puerto, cerca de las primeras murallas y la gran puerta, y en medio del alegre bullicio de una plaza de mercado, fue preciso pedir la licencia de entrar, escrita.

Tres cosas le indignaban: 1.ª Que los ingleses no nos devolvieran Gibraltar. 2.ª Que los ministros tuvieran treinta mil reales de cesantía. 3.ª Que no se hubiera levantado un monumento a Méndez Núñez.

Todo el ejército aliado de Oriente, volviendo de la sangrienta y errónea aventura de los Dardanelos ó procedente de Marsella y Gibraltar, se iba amasando en torno de Salónica. El Mare nostrum fondeó ante los muelles, repletos de cajas y fardos. La guerra daba á este puerto una actividad mucho más grande que la de los tiempos tranquilos.

Construyóle para los célebres varones Sotomayores, señores de esta villa y de Jodar, gloriosos en Gibraltar y Algeciras, en Antequera y en Huéscar, un maestro moro llamado Mohammad por los años de 1325 . Su forma revela desde luego ser obra sarracena.

Semejantes argumentos eran para él como sería para los poseedores de Gibraltar ver que les quisiera asaltar un enemigo armado con una caña. ¡Valiente caso hacía él de las estupideces del vulgo!... Cuando su conciencia le decía: «mira, hijo, este es el camino del bien; vete por él», ya podía venir todo el género humano a detenerle; ya podían apuntarle con un cañón rayado.

Eran las ocho de la mañana y el vapor que debia conducirnos á Cádiz, tocando en Gibraltar, se balanceaba suavemente hacia la salida de la pequeña ensenada de Málaga, lanzando por sus dos altas chimeneas rojas sus espesas columnas de humo, que la brisa desbarataba en ondulaciones caprichosas arrojándolas sobre los arbolajes y las vergas de los numerosas fragatas mercantes que estacionaban en el puerto.

En breve Málaga, tan pintoresca vista desde el mar, desapareció, y comenzamos á navegar hacia Gibraltar. A bordo. El golfo de Algeciras. Escenas de la tarde, La ciudad de Gibraltar. Situación y comercio. La fortaleza. Delante de Tarifa.

El judío y el moro, vagando silenciosos y como soñadores por las calles de Gibraltar, con sus vestidos pintorescos y sucios, sus capuchones y turbantes, sus piernas desnudas y sus anchas sandalias, parecen estar evocando allí todas las tradiciones orientales y la historia de dos razas proscritas.

Palabra del Dia

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