Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de noviembre de 2025
Esto dista infinito de ser lo que yo me habia figurado, lo que todo el mundo se figura y debe figurarse, cuando sabe que una Asamblea Constituyente decreta que tome el nombre de Panteon, lo que la creencia y la gratitud de todo un pueblo llamaban antes Sta. Genoveva.
¡Solterona!... Pues bien, acepto el augurio... 20 de octubre. Con gran desesperación de la abuela, Genoveva me envió al día siguiente los libros prometidos y desde entonces los leo y los devoro. Aunque la abuela dice que estoy ridícula con mis solteronas, la verdad es que las encuentro un serio interés. Mis estudios me deleitan y los continúo.
La pobrecita no atribuyó, como era justo, su fracaso a la debilidad de estómago, sino a falta de virtud, y se aplicó con creciente afán a mejorar su vida. Genoveva era en todos esos ejercicios de piedad, más bien compañera y confidente íntimo que su doncella.
Parece que no oyes lo que se dice. En efecto respondí, estaba distraída mirando al grupo de la abuela. ¡Ah! exclamó Petra tan desdeñosa como si se tratara del pobre teniente Cotorrac. ¿Te interesan esas señoritas? Mucho. Estaba pensando precisamente que la señorita Fontane debe de ser una solterona por vocación... Pienso como tú exclamó Genoveva.
Así que, mostrábase compasiva hacia todos los miserables, y no perdía ocasión de remediar sus necesidades con mano próvida. Todo el dinero que su padre le daba empleábalo en hacer limosnas. Visitaba, en compañía de Genoveva, las casas de algunos pobres, a los cuales aliviaba, no sólo con dinero, sino también con palabras de consuelo, atento que no sólo de pan vive el hombre.
Me sentía tan poca vocación por el matrimonio y tanta por el celibato, que he querido darme cuenta de lo que se podía reprochar a esas pobres criticadas. ¿Y has encontrado algo? preguntó Genoveva con interés. No mucho... Veo, sobre todo, muchos prejuicios e ideas hechas que pasan de generación en generación como un gabán viejo que cada cual adapta a su talla y a su gusto.
¡Cómo! exclamó Genoveva. ¿Qué diría la de Sermet? Sí, comprendo, hija mía, pero no se trata de Magdalena... ¿Por qué no he de hacer yo lo que no puede hacer ella? Yo tengo ya la edad de la razón. ¡Oh! señora exclamé con ardor arrojándome en sus brazos. ¡Qué buena es usted!...
Y bien, ese maravilloso estado, ¿te tienta todavía? preguntó Genoveva con los ojos brillantes de malicia. Sí respondí con alguna vacilación.
El gabinete se hallaba en una especie de torreón cuadrado que la casa tenía por la parte de atrás en uno de sus ángulos. Levantaba por encima de ella algunas varas y recibía luz por los cuatro lienzos de sus paredes. La torre no contenía más que dos habitaciones: la de María, compuesta de gabinete y alcoba, y la de su doncella Genoveva, que constaba de un solo cuarto.
Pero don Mariano temía concederle este permiso porque los cuartos de la torre eran fríos y la salud de la niña delicada. Al fin, rendido por sus ruegos y halagos, consintió en ello, después de haber tapizado las habitaciones esmeradamente y con la condición de que Genoveva durmiese cerca de ella. Fue una época feliz para María. Tenía entonces dieciséis años, y el pensamiento inquieto y atrevido.
Palabra del Dia
Otros Mirando