Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 25 de noviembre de 2025


La verdad es que no lo dijo Francisca. Por mi parte prefiero confesar en seguida que no entiendo nada de todo eso. Ya ve usted respondió sencillamente la de Ribert, que el señor Marcelier tenía razón. ¿Y la otra carta? preguntó Francisca, queriendo cambiar de conversación. Genoveva puso en la mesa la carta que acababa de leer, y cogió la reclamada por Francisca.

Había ya salido de la antesala, cuando, dando media vuelta, vino hacia y me dijo con su gracia acostumbrada: Hasta la vista, solterona... Adiós y gracias repitieron en coro Genoveva y Petra. Adiós, hasta la vista, muchachas... respondí gozosa, mientras se restablecía el silencio en nuestra tranquila casa y resonaban todavía a lo lejos las notas del alegre terceto.

¿Por qué? preguntó Genoveva. Una sociedad que hace tan poco para proteger a sus miembros más débiles es una sociedad a la que falta algo... Le faltan tantas cosas suspiró el cura.

Me puse tan alegre por aquella doble visita que de buena gana hubiera saltado al cuello del cura y al de la señora de Ribert para manifestarles mi satisfacción. Me indemnicé de la imposibilidad absoluta de hacerlo precipitándome a las mejillas de Genoveva que recibieron cada una dos sonoros besos.

Cuando Ricardo daba ya fin a su tarea de engullir y charlar, entró en el comedor Genoveva, diciéndoles: A la señorita María le duele un poco la cabeza y está descansando sobre la cama. Voy allá exclamó Marta, ausentándose velozmente. De su parte traigo para usted este recado, señorito añadió la doncella, presentándole una carta.

No es difícil poner un anuncio pidiendo las noticias que deseamos. Los que quisieran dar respuesta dirigirían sus misivas al periódico, y éste me las transmitiría bajo sobre con iniciales. ¡Oh! respondí llena de entusiasmo. Haga usted eso por , señora... Genoveva, corramos a pedir permiso a la abuela... No, ve sola dijo Genoveva riendo de mi entusiasmo.

dijo la de Ribert muy animada, y además no le gustaba a usted... Absolutamente nada exclamé con una seguridad inmutable. La de Ribert y Genoveva me abrazaron con efusión, y las dejé para volver a mi casa.

Genoveva, ¿quieres leer este trozo de la vida de Santa Isabel? dijo alargándole el libro. Con mil amores, señorita. Mira, ahí donde dice: Cuando su marido... Genoveva comenzó a leer para el párrafo; pero muy presto la interrumpió María, diciéndole: No, no; lee en voz alta.

Esas hacen marchar su casa con la punta del dedo, y no están contentas más que de ellas mismas y de su progenitura. Todo lo que no toca inmediatamente al círculo reducido de su familia, es implacablemente criticado, denigrado y pisoteado... dijo Genoveva. Eso no es raro repuso la de Ribert, sonriendo.

¿Laprade? murmuró Francisca reuniendo sus recuerdos. Creo haber leído algo de ese buen señor... ¡Qué aburrido era!... Genoveva y Paulina trataron de hacer callar a Francisca, pero fue inútil felizmente, pues sus palabras se perdieron en el ruido de las despedidas. Espera me dijo Francisca al oído al tiempo de despedirse de la abuela, voy a dejar con la boca abierta a la Roubinet con mi erudición.

Palabra del Dia

vengado

Otros Mirando