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Actualizado: 8 de junio de 2025


Esperaban que terminase el lance en reconciliación, y ya que no en almuerzo, porque la cena estaba reciente y no tenían gana, en otra nueva cena aquella noche en el mejor restaurante de Río de Janeiro. Pero el hombre propone, y no siempre Dios sino el diablo dispone. Nadie imaginó, por bien que en su sentir el gaucho tirase, que lo que ocurrió fue el resultado de su tino.

A poco de la partida del gaucho, ocurrió en Río cierta novedad, que, aun suponiendo a Rafaela muy melancólica, hubiera distraído sus melancolías. El Sr.

Tanto gaucho pialador y tironiador sin yel. ¡Ah, tiempos... pero si en él se ha visto tanto primor! 38 Aquello no era trabajo, mas bien era una junción, y después de un güen tirón en que uno se daba mana, pa darle un trago de cana solía llamarlo el patrón.

Algunas mestizas le hablaron, manifestando su indignación contra aquella señorona que perturbaba á los hombres. Pero el famoso gaucho encogió sus hombros, sonriendo despectivamente, y siguió adelante. En el boliche le esperaban tres amigos suyos que vivían la mayor parte del año al pie de los Andes y habían venido á pasar unos días en su rancho.

Y mientras el gaucho errante Al cruzar por la pradera, Se detenga en su carrera Y baje del alazan; Y ponga el poncho en el suelo A guisa de pobre alfombra, Y rece bajo esa sombra, ¡Santos Vega, duerme en paz!

No; es instinto, es gala de gaucho; la infantería deshonraría el triunfo cuyos laureles debe coger desde a caballo. Paz es, por el contrario, el hijo legítimo de la ciudad, el representante más cumplido del poder de los pueblos civilizados.

23 Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía y su ranchito tenía y sus hijos y mujer... era una delicia el ver como pasaba sus días. 24 Entonces... cuando el lucero brillaba en el cielo santo, y los gallos con su canto nos decían que el día llegaba, a la cocina rumbiaba el gaucho... que un encanto.

Cómo andaba la gauchada siempre alegre y bien montada y dispuesta pa el trabajo... pero hoy en día... ¡barajo! No se la ve de aporriada. 36 El gaucho más infeliz tenía tropilla de un pelo, no le faltaba un consuelo y andaba la gente lista... teniendo al campo la vista, sólo vía hacienda y cielo. 37 Cuando llegaban las yerras, ¡cosa que daba calor!

Era el primer saludo sonriente que recibía Elena después de la muerte de Pirovani. Adivinó en este hombre al único admirador que le quedaba, y esto le pareció tan cómico que casi la hizo reir. En adelante sólo podría contar con el enamoramiento de un gaucho medio bandido. Quedó pensativa, con la frente apoyada en los cristales, mirando la avenida solitaria.

El gaucho no trabaja; el alimento y el vestido lo encuentra preparado en su casa; uno y otro se lo proporcionan sus ganados, si es propietario; la casa del patrón o del pariente, si nada posee. Las atenciones que el ganado exige se reducen a correrías y partidas de placer.

Palabra del Dia

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