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Actualizado: 8 de junio de 2025
Y los he pasado ansí, si en mi cuenta no me yerro: tres años en la frontera, dos como gaucho matrero, y cinco allá entre los indios hacen los diez como yo cuento. Me dijo, a más, ese amigo que anduviera sin recelo, que todo estaba tranquilo, que no perseguía el gobierno, que ya naides se acordaba de la muerte del moreno, aunque si yo lo maté mucha culpa tuvo el negro.
El gaucho estaba muy sobre sí, ansioso de satisfacer su rabia y confiando en su destreza en las armas. Ambos ya en el sitio y con la pistola en la mano, marcharon el uno contra el otro. Inseguro Arturito de su puntería, no quiso disparar hasta llegar a la raya que se le había marcado. El gaucho, más seguro, disparó al dar el quinto paso.
El gaucho no conoce ni siquiera los elementos de su propio idioma, y sería una impropiedad cuando menos, y una falta de verdad muy censurable, que quien no ha abierto jamás un libro, siga las reglas de arte de Blair, Hermosilla ó la Academia. El gaucho no aprende á cantar. Su único maestro es la espléndida naturaleza que en variados y majestuosos panoramas se extiende delante de sus ojos.
Pedro Lobo además no se dejaba convencer, y esto mortificaba a Rafaela, y como él tenía un carácter dominante y ella también le tenía, procurando avasallar y repugnando que la avasallasen, sus relaciones con el gaucho nada tuvieron de apacibles y no pocas veces la enojaban y desesperaban.
1180 Y con esto me despido sin espresar hasta cuándo; siempre corta por lo blando el que busca lo siguro, mas yo corto por lo duro, y ansí he de seguir cortando. 1181 Vive el águila en su nido, el tigre vive en su selva, el zorro en la cueva ajena, y, en su destino incostante, solo el gaucho vive errante donde la suerte lo lleva.
El estanciero don Juan Manuel Rosas, antes de ser hombre público, había hecho de su residencia una especie de asilo para los homicidas, sin que jamás consintiese en su servicio a los ladrones; preferencias que se explicarían fácilmente por su carácter de gaucho propietario, si su conducta posterior no hubiese revelado afinidades que han llenado de espanto el mundo.
Sabido es, por otra parte, que la guitarra es el instrumento popular de los españoles y que es común en América. En Buenos Aires, sobre todo, está todavía muy vivo el tipo popular español, el majo. Descúbresele en el compadrito de la ciudad y en el gaucho de la campaña. El jaleo español vive en el cielito; los dedos sirven de castañuelas.
Mientras él se alejaba llevándose á la muchacha, ellos se quedarían allí con la tropilla. Piola se encargaba de convencer al viejo de la falsedad de sus sospechas. Y si llegaban otros hombres del cercano pueblo, se convencerían también viéndolos sin ninguna mujer y sin Manos Duras de que eran unos viajeros pacíficos que habían hecho alto en aquel lugar. El gaucho le escuchó con impaciencia.
Para representar dignamente á los convecinos pidió prestadas unas grandes espuelas que, según tradición, habían pertenecido á cierto gaucho salteño de los que á las órdenes de Güemes combatieron contra los españoles por la independencia del país.
Además, el caballo del gaucho llevaba á dos personas, y éste tenía necesidad de conservar sujeta á Celinda, al mismo tiempo que excitaba la marcha de su cabalgadura. Rojas podía dedicarse con mayor ligereza á la persecución, teniendo además libres sus dos brazos.
Palabra del Dia
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