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Actualizado: 4 de junio de 2025
Y charlaron con animación o, por mejor decir, charló ella mientras él la escuchaba arrobado, con la cabeza echada hacia atrás, acercando de vez en cuando con su mano trémula de hombre gastado la taza a los labios. Oye, Tono dijo ella cuando terminaron, poniendo con decisión los codos sobre la mesa y mirándole fijamente: ¿qué te parece de ir yo a tu baile?
Comprendía que al darle el dinero a Dunstan había cometido un abuso de confianza apenas menos culpable que el de haber gastado él mismo el dinero en su provecho... Sin embargo, había entre esos dos actos una diferencia que le hacía ver al segundo como tan odioso, que la idea de acusarse de él era insoportable.
Suman los cargos doscientos Y sesenta mil escudos. ¿No más? Es poco. No creo Que tal reino en todo el mundo Se haya ganado con menos. Yo se lo voto á los diablos: Y que sustento y dinero se quitaba á cuchilladas. También traigo yo papel: Vayan, vayan escribiendo. Memoria de lo que tengo Gastado en esta conquista, Que me cuesta sangre y sueño, Y algunas canas también.
Y ultimamente, con poco mas que se hubiera gastado, quedaba efectuada la poblacion, y en términos de subsistir por sí, siempre que se le hubiera podido auxiliar con todo género de ganados, como único vigor de la agricultura, y alma de los pueblos.
Aunque la ilustrada redacción de La Abeja experimentó notable desengaño, no por eso desmayó. Pudo más en sus dignos individuos el noble deseo de la gloria que el afán de lucro. Habíamos gastado algunos cuartos, es verdad, pero en cambio habíamos salido a la luz de la publicidad y visto nuestros pensamientos en letras de molde y con la firma al pie.
El pobre hombre se quedó hecho una estatua al oir la proposición. «Señor, le dijo, mire V.S. que vengo desde más allá de Becerrilejo; que traigo ocho de familia y cuatro caballerías para ellos y para los equipajes; que he pagado adelantado el alquiler de la bodega, y he gastado mucho en colocar la tramoya que V.S. está viendo.
Es la segunda agua que les cae en su vida, y sería la primera si no se hubieran bautizado. ¡Ay, hijas!... ¡qué escena la de esta mañana! Créanlo, han gastado una tinaja de agua de colonia... Yo quise ayudar un poco, porque así me parecía cumplir algo de lo que nos ordena Nuestro Señor Jesucristo.
Primero. ¿Por qué, contra lo acostumbrado, le envió el presente a su casa? Sí: esto indudablemente era horror a la ostentación. Segundo. ¿Por qué, pues el obsequio era costoso, haber gastado tanto para ella? Aquí estaban claras la esplendidez y el deseo de agradar. Finalmente, ¿a qué regalar un costurero a una mujer que no tenía tiempo de dar puntada? Esto no podía explicarse.
Era el mismo hombrecillo de facciones correctas y mal color que cuando se casó; pero en los últimos doce años se había gastado bastante su naturaleza. Muchas arrugas en la cara; el cabello gris y la barba también; los ojos menos vivos.
Yo lo sabía, pero quería que la vanidad de decir, de que supiese todo el mundo que yo era vuestra querida, os costara muy caro; y no me contenté con la casa, y con los muebles, y con la cocina, y con los criados, y con la carroza, y con el camarín forrado de raso en el coliseo; no, no, señor: os pedí diamantes, y perlas, y brocados, y sedas, y plumas, y encajes... habéis gastado conmigo un tesoro, sólo por hacer rabiar á los otros grandes y decirles: yo soy más que vosotros, mucho más que vosotros; yo tengo todo lo que vosotros no podéis tener, desde el rey hasta la cómica... y ellos rabian... y como lo que me habéis dado es el precio de la rabia que hacéis tener por mí á más de tres, no os agradezco lo que me habéis dado, y lo doy á mi vez á quien quiero.
Palabra del Dia
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