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Actualizado: 20 de junio de 2025


Pasaron; fiera, altiva, su incontrastable garra ascética, terrible, en clavó la cruz, y tu gemido triste, que el corazon desgarra, sin recordar tu pena, al són de su guitarra, en la doliente caña, repite el andaluz.

Ella, puesto un dedo en el gatillo, le contempló fijamente. Se adivinaba su familiaridad con el arma que tenía en la mano. No debía ser la primera vez que la sacaba á la luz. La indecisión del marino fué breve. Con un hombre, su garra se hubiese apoderado de la mano amenazante, torciéndola hasta romperla, sin que le inspirase miedo el revólver.

Mataba por pasión política a hombres que apenas conocía, por asegurar el triunfo de don José, eterno representante del distrito. La bestia feroz era, sin darse cuenta de ello, una garra del gran pólipo electoral que se agitaba allá lejos, en el Ministerio de la Gobernación.

Además, tuvo que vivir ojo alerta para que el tal déspota no le echase la garra e interrumpiese sus entusiasmos literarios haciéndolo degollar con un cuchillo mellado... Luego, el padre fue el primero que realmente tuvo plata, y empezó a montar la casa y la familia en su rango actual.

No le llamó «indio», pero Julio oyó interiormente la palabra lo mismo que si el alemán la hubiese proferido. ¡Ay, si la garra oculta y suave no le tuviese sujeto con sus crispaciones de emoción!... Pero este contacto mantuvo su calma y hasta le hizo sonreir. «¡Gracias, capitán! dijo mentalmente . Es lo menos que puedes hacer para cobrarte

Lejos de eso; desde el presidente que le dio su nombre hasta el actual, ninguno la ha formulado con sus variantes en el tiempo, sin que la Inglaterra, y en muchos casos la Europa, haya dejado de protestar. ¡El pobre Monroe ha hecho muchas veces el papel del lobo! ¡el lobo! de la fábula; pero, como los americanos jamás mostraron la garra, ni cuando la expedición de Méjico, ni cuando el bombardeo de Valparaíso, en el que las balas españolas pasaban casi sobre buques que llevaban la bandera estrellada, nadie cree ya en eso espantajo.

Adorna la fachada un pórtico formado de media docena de pilares de madera que sostienen un balcón, debajo del cual desciende hacia la calle una escalera con anchas gradas de granito. Encima de la entrada se cierne un enorme ejemplar del águila americana, con las alas abiertas, un escudo en el pecho y, si la memoria no me es infiel, un haz de rayos y dardos en cada garra.

Yo, que veía poco remedio en el negocio y que me iban a echar la garra, fingí que me había dado mal de corazón: agarréme a los palos, hice visajes... Ellos, que sabían el misterio, apretaron conmigo, diciendo: ¡Gran lástima!

Dorrego y Rosas están en presencia el uno del otro, observándose y amenazándose. Todos los del círculo de Dorrego recuerdan su frase favorita: «¡El gaucho pícaro!» «Que siga enredando decía , y el día menos pensado lo fusilo.» ¡Así decían también los Ocampo cuando sentían sobre su hombro la robusta garra de Quiroga!

Palabra del Dia

rigoleto

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