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Actualizado: 4 de mayo de 2025


La Carbonera, sentada también, olvidada del descalabro, inició allá en las profundidades de la garganta un canto que tenía mucho de salmodia: Con sentimiento profundo voy a nombrá un torero que en er mundo no tuvo rivaliá. Por su arte y su bravura era el rey de los torero, por su elegante figura se paesía ar Chiclanero. La voz era ronca, aguardentosa, desagradable; el sonete, lúgubre.

Precipitose en el cuarto vecino, que ocupaba Carolina; luego pasó rápidamente a su propio dormitorio, y apareció de repente ante él, erguida, amenazadora, con un fuego abrasador en los pómulos, fruncidas las cejas y contraída su garganta. Pareciole al coronel que su cabeza se achataba y se deprimía su boca como la de un ofidio. ¡Roberto! dijo con voz ronca y enérgica. ¡Oiga, coronel!

Quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró en un ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo devoraba. ¡Dorotea! alcanzó a lanzar en un estertor. ¡Dame caña! Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. Pero no había sentido gusto alguno. ¡Te pedí caña, no agua! rugió de nuevo. ¡Dame caña! ¡Pero es caña, Paulino! protestó la mujer espantada.

Su salud no respondía a su aspecto, pero esto era un secreto que quedaba entre ella y su médico. La duquesa estaba en los linderos de aquella hora peligrosa, y a veces mortal, en que la madre desaparece para dejar lugar a la abuela. A menudo soñaba que la sangre le llenaba la garganta como si quisiera ahogarla.

Era una alegría que le apretaba la garganta y le refrescaba la sangre. Nunca experimentara sensación de placer tan puro ni un sentimiento tan profundo de la belleza. Por primera vez ¡él, que había escrito tantos millares de versos! vio cara a cara la poesía; el corazón se lo dijo claramente.

Caían en la arena naranjas, mendrugos de pan, cojines de asiento, como veloces proyectiles destinados al matador. De los tendidos de sol salían voces estentóreas, rugidos semejantes a los de una sirena de vapor, que parecía imposible fuesen producto de una garganta humana. Sonaba de vez en cuando un escandaloso cencerro con toques de rebato.

Sentí que el corazón me latía fuertemente; me pasó como un carbón encendido por la garganta; turbóseme la vista, y sin saber cómo, me encontré á sus pies, diciendo: Más vale morir una vez que morir mil veces cada día.

Mas en vez de las letras, comenzó a trazar con soltura la cabeza de una mujer. Primero el pelo partido en dos trenzas, después la frente estrecha y bonita, luego una nariz delicada, una boca pequeña, la barba admirablemente recortada unida a la garganta por una curva suave y elegante... Se parecía prodigiosamente a Venturita.

286 Lo agarramos mano a mano entre los dos al porrón: en semejante ocasión un trago a cualquiera encanta; y Cruz no era remolón ni pijotiaba garganta. 287 Calentamos los gargueros y nos largamos muy tiesos, siguiendo siempre los besos al pichel, y por mas señas, íbamos como cigüeñas estirando los pescuezos.

Las congestiones pasivas son tambien las causas de esas opresiones constrictivas con palpitaciones, angustias y sensacion de una bola ó de un vapor que ascienden á la garganta ó al cerebro, que se manifiestan con preferencia por la noche, y que el oro disipa igualmente.

Palabra del Dia

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