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Actualizado: 20 de septiembre de 2025
Subió a los desvanes, pasó por el sitio a que él y los de su pandilla nombraban chupatorium por ser el escondrijo donde fumaban, y al fin se encontró solo. Los rugidos de la plebe sonaban lejos abajo. Rodriguín, al sentirse en salvo, perdió súbitamente las milagrosas fuerzas que le habían hecho volar, y cayó sin sentido.
No había otra señora que la duquesa, que presidía en un sillón de alto respaldo, a manera de sitial. Los demás, a un lado y otro de la duquesa, formaban en semicírculo, fumaban y tomaban café, y bebían licores de unas mesitas colocadas a trechos. También la duquesa fumaba, y no un cigarrillo, sino un cigarro puro nada flaco.
Había una mesa en cada esquina, y alrededor de todas curas y legos que hablaban, gesticulaban, iban y venían, insistían en pedir algo con temor de un desaire; los empleados, más tranquilos, fumaban o escribían, contestaban con monosílabos, y a veces no contestaban. Era una oficina como otra cualquiera con algo menos de malos modos y un poco más de hipocresía impasible y cruel.
Mis kaulíes, asustados, batían las mandíbulas de terror; y los dos cosacos que me acompañaban, impasibles, fumaban sus pipas con los sables desnudos puestos sobre las rodillas. El viejo hostelero de lentes redondos, una vieja andrajosa que yo había visto en el patio echando al aire una cometa de papel, los arrieros mongoles, las criaturas piojosas, todos desaparecieron.
Hacía mucho tiempo que Tragomer y Marenval no fumaban, suspendidos por el interés ardiente de aquel drama al que estaban mezclados tan de cerca y cuyos resortes secretos sabían mejor que el mismo protagonista. Se produjo un largo silencio durante el cual Jacobo se repuso de la emoción que le había producido el recuerdo de las peripecias de su historia.
Rosita se ha distinguido y ha prosperado menos desde que es autónoma; pero tampoco se duerme en las pajas. Sigue con el estanco, y por comprarle tabaco, hasta los que antes no fumaban, ya fuman, y la Tabacalera hace en Villalegre doble o triple negocio. Por comprarle sellos de correo no hay villalegrino que no escriba hoy más cartas de las que solía escribir.
Toda persona lleva dentro un contrabandista... Además, gracias á los navegantes del fraude, los pobres fumaban mejor y más barato. ¿A quién asesinaban con sus negocios?... ¿Cómo se atrevía Ferragut á comparar estas faltas á la ley, sin perjuicio para las personas, con la tarea de ayudar á los piratas submarinos en la continuación de sus crímenes?...
Todos fumaban, las mujeres más que los hombres, y la atmósfera se enrarecía con el humo del tabaco y el vaho de los bustos desnudos, algo sudorosos bajo su capa de blanquete. Al olor de la carne femenil se unía un perfume moribundo de flores marchitas. Los ricos despreciaban las muchedumbres del Casino, encontrando en el amontonamiento de este club un signo de distinción.
Palabra del Dia
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