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Actualizado: 25 de junio de 2025


Además, unido firmemente el barco pirata al Galeón por el ancla de éste, pasaron á bordo del normando el señor de Butrón y cincuenta veteranos, en persecución de los fugitivos. Á estribor continuaba encarnizada la lucha. El genovés y sus secuaces se defendían con vigor, retrocediendo paso á paso ante los furiosos ataques del barón de Morel, Roger, Reno y sus arqueros.

Los fugitivos volvieron después de algún tiempo á su pueblo, por las diligencias de los nuestros, que siempre tienen que trabajar aquí gloriosamente, por la innata barbarie de todas estas naciones, como se conocerá por lo referido.

Unos armaban la bayoneta, pálidos, con los labios apretados y un brillo de locura en los ojos; otros volvían la espalda, corriendo hacia la salida del parque, sin prestar atención á los gritos de los oficiales y á los disparos de revólver que hacían contra los fugitivos. Todo esto ocurrió con vertiginosa rapidez, como una escena de pesadilla.

Una parte de ellos persigue á los fugitivos por el camino de Villoria; otros siguen á los que huyen por la calzada de Entralgo. Toribio desdeña esta persecución. Con el garrote en alto y dando feroces gritos, que resuenan temerosamente en el valle pasea su furor y su triunfo por todo el campo de la iglesia. Bartolo. Media hora después no quedaba un ser viviente en este campo.

Un juramento del jefe acogió la noticia. Pero su tropa confusa, agrupada al azar del encuentro, permaneció indiferente, como si hubiese perdido todo contacto con la realidad. Lo mismo es morir aquí que en otra parte continuó el oficial. Muchos de los fugitivos agradecieron con una pronta obediencia esta decisión, que los libertaba del suplicio de caminar.

Acaso algún cristiano hecho cautivo en la frontera, de condición noble, o algún caballero de los mal contentos y fugitivos de la corte de Castilla, se paseaban también entre aquella turba, recordando en su corazón las veladas de Sevilla y de Córdoba, y los vergeles y festejos del Guadalquivir.

Cuando los fugitivos de La Pradera encuentran un río, y Cooper describe la misteriosa operación del Pawnie con el cuero de búfalo que recoge, va a hacer la pelota, me dije a mismo: lástima es que no haya una mujer que la conduzca, que entre nosotros son las mujeres las que cruzan los ríos con la pelota tomada con los dientes por un lazo.

Un momento después acababa de echarla abajo el gigantesco arquero y los fugitivos entraron por fin en aquel momentáneo refugio. ¡Vos arriba, señora! exclamó el barón indicando á Doña Leonor la escalera de piedra, en tanto que Duguesclín y sus compañeros derribaban malheridos á los cuatro agresores más próximos.

Al fin consiguieron trasponer la colina, y deteniéndose un punto a tomar aliento, bajaron otra vez de corrida hacia el establo, que no distaba mucho de la cumbre. La puerta estaba cerrada con llave. Los fugitivos se miraron acongojados, sin saber qué hacer. En mucho trecho a la redonda no había nada donde guarecerse. Oíase ya formidable rumor de voces hacia la cumbre que acababan de doblar.

En vano Bonifacio, que se había dejado querer, no quiso dejarse robar; Emma le arrastró a la fuerza, a la fuerza del amor, y la Guardia civil, que empezaba a ser benemérita, sorprendió a los fugitivos en su primera etapa. Emma fue encerrada en un convento y el escribiente desapareció del pueblo, que era una melancólica y aburrida capital de tercer orden, sin que se supiera de él en mucho tiempo.

Palabra del Dia

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