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Acércanse sus perseguidores, y el Marqués averigua de ellos que el muerto es su hermano; pero á pesar de esto cumple religiosamente su palabra, oculta al matador y le acompaña hasta fuera de la ciudad, pidiendo sólo al fugitivo que le diga su nombre y que le descubra la clase de relaciones en que había estado con Doña Flor.

Pensó M. Mignet que desconcertado el Rey Felipe II en la venganza con la huída de Pérez; temeroso del mal que con la revelación de los secretos de Estado fuera capaz de hacerle, procuró volviera á España con engaño, fin de las referidas indicaciones; y ya que no lo consiguiera, intentó matarlo, ganando á las personas menos sospechosas á su natural suspicacia, como eran el genovés Mayorini, compañero de evasión, y el aragonés Gaspar Burces, también fugitivo . El literato francés se fundaba en el dicho del mismo Pérez y en algún precedente de ofertas hechas para su captura cuando estuvo en Sallent , no recordando, sin duda, otros de más importancia.

Allí fué que en otros tiempos Sobre el indio fugitivo, Llegó el español altivo Y alzó la gigante cruz. Quién atronando su orilla Con acento furibundo, Turba el silencio profundo Que reina en la soledad? Por una parte, un gran pueblo Que sus derechos reclama; Por otra, turba que infama Á Dios y la humanidad.

El médico consideraba que aquellos ocho hombres que dormían en común eran amigos, eran compatriotas, ligados por el nacimiento y las aventuras de su peregrinación anual: y su pensamiento iba hacia otras casas de peones, tan míseras como aquella, donde los hombres acostados en la misma cama no se habían visto nunca; donde el infeliz muchacho, recién llegado de su tierra, dormía en contacto con un individuo, con otro que también acababa de llegar á la mina, tal vez recién salido del presidio ó fugitivo por algún crimen.

Los arrieros se levantaron inmediatamente y saludando al recién venido por el nombre de don Salvador, salieron a su encuentro. Nada de transportes; se dieron sencillamente la mano, a la manera gaucha, casi sin oprimirla, contentándose con un contacto fugitivo.

Yo mato aún con limpieza una liebre cuando se me antoja, y pienso festejar mis bodas de oro con mi despacho cuando la señorita Raynal festeje las de plata con la oficina de Correos. Al oír este nombre, un fugitivo rubor coloreó la graciosa cara de Eva. Tiene usted una encantadora vecina dijo con convicción. ¿A quién se lo cuenta usted, señorita? exclamó alegremente el señor Neris.

Pues, óyelo bien: este amor que es en mi como la aurora de hermoso día; este amor en el cual he cifrado todas mis ilusiones y todas mis esperanzas, no será coronado por la dicha...» Y la pobre niña no podía ocultar sus recelos, y me los confiaba sencillamente, como deseosa de conseguir, por este medio, la perennidad de un afecto que le parecía vano y fugitivo.

De esta suerte hablaban los hebreos del bárbaro tribunal de la Inquisicion. I no solo en los tiempos de Laguna sino en anteriores, como se ve en la carta que un judío oculto en España, con las apariencias de cristiano, escribia á Antonio Henriquez Gomez, ingenio judío tambien, i fugitivo unas veces en Amsterdan, i otras en Francia. La carta dice así: =Carta de Danteo á Albano.=

De la culpa que tienes lleve la triste la pena; que justos por pecadores tal vez pagan en mi tierra. Tus más finas aventuras en desventuras se vuelvan, en sueños tus pasatiempos, en olvidos tus firmezas. Cruel Vireno, fugitivo Eneas, Barrabás te acompañe; allá te avengas. Seas tenido por falso desde Sevilla a Marchena, desde Granada hasta Loja, de Londres a Inglaterra.

No lloro por lo que usted cree suspiró ella , lloro por misma, por mi desgracia, que no tiene remedio. Estoy sola en el mundo. Mi marido no ha vuelto á casa hace dos días... y tal vez no volverá. ¡Quién sabe qué calumnias le han contado!... Me quedaban mis amigos, mis buenos amigos; el uno ha muerto y el otro anda fugitivo. Sólo podía contar con usted... ¡y usted se marcha para siempre!