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Resignada y triste se pasea con Margarita por un campo solitario, entre flores silvestres. Acércase á ella Wolsey, fugitivo, sediento y muerto de hambre, y le pide una limosna. La Reina se había tapado el rostro para no avergonzarlo, y le entrega sus últimas joyas; entonces se descubre á sus ruegos, y él, desesperado, le da las gracias.

Del hijo, que no se le hablara: era un trastuelo, un hereje, que tenía que acabar mal si no cambiaba de ideas, como se lo tenía él bien advertido... Se creía que bajaría muy poca gente por la tarde a ver el vapor que había entrado; porque los espíritus estaban muy soliviantados, y se aguardaba en el Casino un lleno después de comer, y quizá algún disgusto entre los chicos colaboradores, que ardían, y cualquiera que tuviera la mala ocurrencia de «tomarles el pelo» o defender al fugitivo.

Si la mímica ó el arte dramático, la caricatura, el vals fugitivo y el palacio pintoresco pueden aparecer en las grandes metrópolis de la industria, la política y la moda, no así el poema sublime, el cuadro severo de pintura, la obra magistral y divina de arquitectura y escultura, ó las solemnes y graves armonías de Mozart ó Bellini.

Cambia entonces la escena, representando una agreste montaña. D. Ramón, que como la Reina, vive largo tiempo en la soledad, atraviesa fugitivo el teatro, cubierto con pieles de fiera, y tras él D. Martín vibrando su venablo de caza. Después que se reconocen ambos hermanos, acuerdan que D. Ramón atraiga al Rey á una escarpada peña, y que D. Martín lo precipite desde ella en el abismo.

Mucho más variable aún el proteo de las aguas, el alción, toma todo género de formas y de colores, haciendo el papel de planta, de fruta; despliégase en forma de abanico, se convierte en seto lleno de matorrales ó en graciosa cestita. Mas, todo ésto es fugitivo, efímero, de vida tan tímida que desaparece al menor movimiento, y nada queda: en un instante ha vuelto todo al seno de la madre común.

¿Escuchó el Rey las súplicas? Si pudiera en algo darse crédito al mismo Pérez, Enrique tomó con grandísimo empeño su causa: los plenipotenciarios de Francia presentaron en Vervins la propuesta, respondiendo los de España, Richardot y Tassis, que Antonio Pérez no era emigrado político como el Duque de Aumale, sino fugitivo sentenciado por la Inquisición .

El eterno fugitivo, olvidado de su padre; Sigmundo, que así mismo se da por nombre Desesperación, errante años y años a través de las selvas, acosado por los animales feroces, que le creen una bestia al verle cubierto de pieles, descansa por fin al pie del gigantesco fresno que sostiene la cabaña, y al beber el hidromiel en el cuerno que le ofrece la dulce Siglinda conoce por primera vez la existencia del Amor, mirándose en sus cándidos ojos.

No había reconocido la mirada de este hombre cuando casi se tocaban en la acera de la Cannebière, y ahora que existía entre los dos una distancia de cincuenta metros, ahora que el otro huía y sólo presentaba un perfil fugitivo, el capitán descubrió quién era por sus ojos, á pesar de que no podía distinguirlos claramente á tal distancia.

Y no será aventurado afirmar también que la imaginación del fugitivo se iba quedando atrás como un hilo desenvuelto del ovillo que rueda.

Pero el fugitivo, por un resto de prudencia, mostrábase con las sotanas, como él decía, fríamente cortés y reservado, temiendo que le expulsarán si manifestaba su pensamiento. Sólo un clérigo de los que veía en el claustro alto le había inspirado confianza. Era un jovencito de aspecto miserable, con los hábitos raídos; un cura de monjas de uno de los innumerables conventos de Toledo.