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Una narración histórica, lo mismo que un poema y lo mismo que una novela, puede considerarse como obra de arte, con unidad de acción en su conjunto y donde todos los casos que se cuentan y todos los personajes que figuran aparecen en segundo o tercer término y como esfumados para que el héroe principal o protagonista no se confunda ni se pierda y atraiga y fije las miradas y persista en el pensamiento de los lectores.

Necesita tiempo para sentir y seguir la sacudida; es preciso que llame en su auxilio las aguas perezosas, que venza su fuerza de inercia, que atraiga, que arrastre las más lejanas. La rotación de la tierra, tan terriblemente rápida, muda de continuo los puntos sometidos á la atracción.

#El torrente de la montaña# Entre los innumerables arroyos que corren por la superficie de la tierra y se precipitan en el mar ó se reúnen para formar grandes ríos, éste, cuyo curso vamos á seguir, no tiene nada que particularmente atraiga la atención de los hombres.

Eso basta replicó el musulmán; agregando: ¡Alá, para él la oración y la gloria, te atraiga algún día a nuestra santa ley! Deja, Ramiro, el espionaje a los villanos. No persigas al desgraciado morisco y hazte referir lo que fueron aquellos Djahvar de Córdoba, espejos de ciencia, flores de caballería, y cuya sangre palpita, agora, en esta cuadra.

El ruido que hizo la tapa al descender, el gemido armonioso del cuero, parecióle una voz irónica que le respondía: «Por eso, por eso mismo». «¡Será posible! murmuró el bueno del capellán . ¡Será posible que la abyección, que la indignidad, que la inmundicia misma del pecado atraiga, estimule, sea un aperitivo, como las guindillas rabiosas, para el paladar estragado de los esclavos del vicio!

Véase á las veces que afligida una persona de alguna enfermedad peligrosa, se queja tan lastimosamente, que al cielo llegan sus voces, pero sin conocer la causa i origen de su mal; así todo el mundo se queja de estos padres, quién perseguido de ellos, y quién por ser correspondido con poca fidelidad; y el mal todavia continúa sin poderse penetrar y conocer la raiz de él, que es el deseo é intento que tienen de engrandecerse; por cuyo respecto no lo tienen de disgustar mas á este que á aquel, de engañar los principes, de oprimir los pobres, de sacar con su artificio las haciendas de las viudas, arruinando familias nobilisimas, i ordinariamente ser causa de sospechas i disgustos entre principes cristianos, por quererse ingerir y meter en los mas grandes negocios que tratan: ahora como seria inconveniente que la parte últimamente formada en el principio de la naturaleza atrajese y quitase la sangre mas pura que las partes vitales del compuesto, para que sirviese de instrumento á las otras menos principales, pues con esto quedaría acabada; de la misma manera desdecia que la religion de estos padres puesta en la Iglesia para convencer herejías y reducir pecadores á penitencia, atraiga y lleve á los negocios mas graves é importantes de príncipes y prelados, sacando los espíritus vitales de sus intereses, aplicándolos todos á si, porque de aquí nace el turbarse la paz pública y privada, y se oprimen muchos sugetos dignos de ser elevados, se elevan otros dignos de ser oprimidos con otros mil inconvenientes que de esta causa nacen.

Cambia entonces la escena, representando una agreste montaña. D. Ramón, que como la Reina, vive largo tiempo en la soledad, atraviesa fugitivo el teatro, cubierto con pieles de fiera, y tras él D. Martín vibrando su venablo de caza. Después que se reconocen ambos hermanos, acuerdan que D. Ramón atraiga al Rey á una escarpada peña, y que D. Martín lo precipite desde ella en el abismo.