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Actualizado: 27 de octubre de 2025
Respiraba como el fuelle de una fragua, y siempre tenía tos; pero una tos tan bronca y sofocante que, cuando le daba el acceso, se quedaba mi hombre cabeceando y todo encendido; creeríase que iba a reventar, y el ojo rotatorio se le echaba fuera, mientras el apagado se escondía en lo más hondo de la órbita.
El aperador entró en la gañanía, y antes de llegar al montón de harapos de la enferma, oyó el ruido de su respiración, un soplido doloroso de fuelle descompuesto, que dilataba y contraía el mísero costillaje de su pecho.
Era un buen muchacho, grandullón, con los ojos azules y el pelo de color rojo, pesado, pero excelente persona. Tenía una buena voz, pero nos aburría tocando cosas tristes con su acordeón. Yo no sé cómo demonio sacaba unos sonidos tan lamentables y tan melancólicos a su fuelle. Casi el ruido más alegre de su instrumento era cuando le faltaba una nota, y parecía tener un ataque de asma.
El conserje estaba á sus pies, agitando el pecho con movimiento de fuelle. Tenía los ojos vidriosos y desmesuradamente abiertos; su boca se cubría de sangre... Junto á él brillaba un cuchillo de cocina. Después vió á un hombre con un revólver en la diestra, conteniendo al mismo tiempo con la otra mano una puerta rota que alguien intentaba abrir desde dentro.
Hasta le consintió nuevas caricias de gratitud que él se juró serían las últimas, por lo de la economía, que le tenía maniático. Don Víctor supo aquella noche en el Casino que al día siguiente Petra pediría la cuenta, se marcharía. ¡Oh placer! Quintanar respiró con fuerza de fuelle y abrazó a su amigo. «Le debía algo mejor que la vida, la tranquilidad de su hogar doméstico».
Con los ojos abiertos como los de un ratoncillo, esperó que llegase el día. Esa noche dormía en su cuarto, con miss Mary. Porque, cuando no sintiera dolores, dormía en su cuarto, con miss Mary, esa dormilona que roncaba como un fuelle. Cuando los sentía, dormía junto a la cama de su mamá, y esto era un consuelo.
Luego Fernando siguió dándole al fuelle con intermitencias, hasta que se cansó. Dos días después, fué de nuevo la chica y le pasó lo mismo; y ya no volvió más, porque decía que Ichtaber el Chato olía a muerto. Ichtaber hizo el amor a otra; pero Fernando le jugó la misma pasada con el fuelle, y el zapatero decía a sus amigos: ¡Arrayua! En mi tiempo era otra cosa; las chicas estaban sanas.
El estampador era un joven muy aficionado a la charla, hablaba sin ton ni son, escapándose de él el discurso y la palabra como se escapa el aire de un fuelle agujereado. Era un intellectus lleno de roturas. Mariano tenía en su laconismo una brutalidad sentenciosa. «¿Que habláis ahí, muchachos? dijo de pronto Juan Bou, que estaba aquel día de bonísimo talante, por haber cobrado una antigua cuenta.
El órgano, como si hubiera oído llover, en cuanto terminó el presuntuoso Arcediano, soltó el trapo, abrió todos sus agujeros, y volvió a regar la catedral con chorritos de canciones alegres, el fuelle parecía soplar en una fragua de la que salían chispas de música retozona; ahora tocaba como las gaitas del país, imitando el modo tosco e incorrecto con que el gaitero jurado del Ayuntamiento interpretaba el brindis de la Traviata y el Miserere del Trovador.
Primero se ganó la vida recogiendo boñigas para estercolar huertos, después fue lazarillo de ciego, dio al fuelle en casa del herrero, se metió a zagal de diligencias... por fin huyó de la comarca. Su pobre madre no volvió a saber de él en mucho tiempo.
Palabra del Dia
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