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Actualizado: 5 de junio de 2025
El general sentíase de mal temple, y su mal humor se acrecentó al encontrarse con varias cartas, que tenía forzosamente que contestar: también había que expedir algunas órdenes. Si estuviera aquí Enrique dijo a su esposa, me ayudaría y se encargaría de eso; pero tú te opusiste a que viniese con nosotros. Ya sabes que éramos tres en el coche, y que no podía prescindir de mi doncella.
Es verdad. El pueblo español forzosamente ha de ser así. Creyó a ojos cerrados en sus reyes y sacerdotes como únicos representantes de Dios, y se moldeó a su imagen y semejanza. Su alegría es la del fraile: una alegría grosera, de chistes sucios, palabras gruesas y carcajadas como regüeldos.
Fermín Montenegro contemplaba tristemente el curso de esta lucha sorda, que había de terminar forzosamente con algo ruidoso; pero de lejos, rehuyendo el trato con los rebeldes, ya que no estaba en Jerez su maestro Salvatierra. Callaba también en el escritorio, cuando en su presencia manifestaban los amigos de don Pablo los crueles deseos de una represión que atemorizase a los trabajadores.
Sabían que su voz era la del Sinaí, que por su boca hablaban los profetas del oficialismo, porque era compadre y socio en primer grado del ministro Eneene, de aquella encanijada personilla que había subido a la poltrona ministerial a gatas, y convertido el despacho en pulpería; forzosamente, tenía que saber algo, que conocer el pensamiento luminoso y la fórmula salvadora de los pastores del asustado rebaño: el lobo estaba ahí y la hora del banquete iba a sonar.
Cuando á una nacion le falta la industria y el valor, forzosamente ha de dar buenos sucesos al enemigo que la quisiere sujetar, porque ni el número de la gente, ni la defensa de las murallas, le sirve de reparo.
Repito que la actitud de tan distinguidos anexionistas no me sorprende; pero si hay en este mundo algo que yo no pueda explicarme, es que hoy, cuando forzosamente tienen que haberse convencido de que las tropas de Cuba Libre bastan y sobran para meter á los alzados en cintura, insistan los americanos en permanecer en territorio cubano, con lo cual bueno es que se sepa no han conseguido otra cosa que crear dificultades á nuestro gobierno, herir á nuestro pueblo en sus más hondos sentimientos y retardar la pacificación del país.
Todo se desarrollaba en el suelo, no con arreglo a su propia bondad, sino por «las nobles y felices influencias de las estrellas que están sobre él», causa universal de vida. «A cielo noble correspondía tierra nobilísima», y como las constelaciones del ignorado hemisferio eran, según la ciencia de la época, «las mayores, más resplandecientes, más nobles y perfectas, y por consiguiente de mayor virtud, felicidad y eficacia que las de Aquilón», de aquí que bajo su resplandor debía estar forzosamente la mejor de las tierras, o sea el Paraíso.
Me entró frío mortal, porque, al notar la ausencia del ansiado Saint-Simon, pensé en el Hotel Neptuno, en el que tenía forzosamente que descender, por la sencilla razón de que no hay otro en la Guayra. Allí nos empujó nuestro negro destino y allí quedamos varados durante cinco días, cuyo recuerdo opera aún sobre mi diafragma como en el momento en que respiraba su atmósfera.
Por eso quería hacerse rico de prisa, para tener algo que ofrecer a la novia y con qué amansar a los padres: la lotería, la Bolsa y la timba de clubs y cafés, todo lo ponía a contribución; hasta entonces su estrella seguía nublada, pero el gran día llegaría... porque forzosamente tenía que llegar. Entretanto, ¿a dónde iba? Por la tarde debía encontrarse en Palermo: ella estaría.
Andando. Pez había adquirido en los libritos de Verne nociones geográficas; se las echaba de práctico y a cada paso me decía: «Ahora vamos por el Mediodía... Forzosamente hemos de encontrar el paso de poniente a nuestra derecha... Podemos bajar sin miedo al piso segundo por esta escalera de caracol... Bien... ¿en dónde estamos? Ya no se ve la cúpula, ni un triste pararrayos.
Palabra del Dia
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