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Actualizado: 13 de junio de 2025
Hoy, una pecadora más o menos cara, de esas cuyo amor gozado sin ilusión, deja en alma y cuerpo el descaecimiento y el hastío propios de todo lo forzado; mañana, una gran señora de aquellas a quienes se corteja por vanidad, cuyas caricias no valen el sobresalto que cuestan; otro día, una camarera de fonda de las que a primera vista parecen limpias y resultan insoportables; de cuando en cuando, la mujer con quien se tropieza en viaje, posesión de lo anónimo, encanto de lo desconocido, los besos en el túnel, la parada en la misma fonda, noche, almuerzo, regalo y despedida con tristeza falsificada.
Crece el alboroto y la conversación; roncas ya las voces piden versos y décimas, y no hay más poeta que Fígaro... ¡Es preciso! ¡Tiene usted que decir algo! exclaman todos. Désele pie forzado; que diga una copla a cada uno. Yo le daré el pie: a don Braulio en este día. ¡Señores, por Dios! No hay remedio. En mi vida he improvisado. No se haga usted el chiquito. ¡Me marcharé! ¡Cerrar la puerta!
Le habían soltado, le dejaban vivir libremente, sabiendo, sin duda, que en ninguna parte encontraría un rincón para hacer su nido; que sus palabras iban a perderse sin eco en el silencio del terror. Al presentarse en Jerez, los amigos antiguos huían de él, no queriendo comprometerse. Otros le miraban con odio, como si desde su forzado destierro fuese responsable de todos los sucesos.
«En una jornada de mar, donde con pocos años iba á exercitar las armas, forzado de mi inclinacion exercité la pluma, donde á un tiempo mismo el general acabó su empresa y yo la mia.
A reemplazarle en el mando acudió oportunamente don Jorge de Meneses. Con él habían venido de refresco cerca de cuarenta soldados que estaban antes en otro navío. Para que no desmayasen y se acobardasen a la vista del capitán muerto, don Jorge nos mandó que le envolviésemos en la manta de un forzado y que le escondiésemos en el fondo del buque. Así lo hicimos al punto.
La señora doña Guiomar de Quiñones se quiso arrojar del coche para besar los pies y las manos del gran Roque, pero él no lo consintió en ninguna manera; antes le pidió perdón del agravio que le hacía, forzado de cumplir con las obligaciones precisas de su mal oficio.
Porque no tengo a muy honesta señal haberse vuesa merced levantado de su lecho. -Eso mesmo es bien que yo pregunte, señora -respondió don Quijote-; y así, pregunto si estaré yo seguro de ser acometido y forzado. ¿De quién o a quién pedís, señor caballero, esa seguridad? -respondió la dueña.
Es posible que quedes algo resentido de la pierna, pero tienes una naturaleza de hierro y saldrás adelante. La curación de Gallardo siguió los términos anunciados por Ruiz. Cuando, pasado un mes, la pierna fue libertada de su forzado quietismo, el torero, débil y cojeando un poco, pudo ir a sentarse en un sillón del patio, lugar donde recibía a sus amigos.
Su perdicion el pobre conocida, Hablándoles está de esta manera: "Muy bien sabeis, amigos, por la vida Se ha de aventurar cosa cualquiera: Salid, porque pasada esta corrida, Y vuelto yo á me ver en talanquera, Yo os juro que de aquestas opresiones Muy largo vengareis los corazones. Salieron, que el salir era forzado: Los alcaldes los prenden.
Ya sabe usted lo que es la disciplina. Yo era cabo en Cádiz; dieron el grito y tuve que echar detrás de los mandones, disparando tiros en contra de la religión, de la reina y todo lo antiguo y lo bueno. Es el pecado mayor de mi vida; pero Dios me lo perdonará, porque fui forzado y no tuve intención de ofenderle... Después salí del servicio y me dediqué a las cosas santas.
Palabra del Dia
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