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Actualizado: 18 de junio de 2025


Entonces la mujer, inclinándose fuera, llamó: ¡Cecco!... ¡Cecco! Y entró un mocetón muy fornido, verdadero tipo de cazador en vedado o de bandito, con su gorro de lana parda y su gabán de pelo de cabra. Al desembarcar ya me había fijado en él, al verle sentado a la puerta, con su pipa roja entre los dientes y un fusil entre las piernas, pero, ignoro por qué, había huido al aproximarnos.

Había en el establecimiento un criado gallego, mozo de veinticinco años a lo sumo, alto, grueso, fornido, del cual se contaba entre los chicos que había levantado dos hombres con los dientes y otras proezas; con éste determinó de habérselas nuestro capellán.

Leto era fornido, sin ser basto ni mucho menos; ágil y bien destrabado de miembros, de mirar noble e inteligente, sano color y correctas facciones; la barba, de un matiz castaño obscuro, nutrida, suave y bien puesta; el pelo semejante a la barba; los dientes sanos y blanquísimos; la boca no grande y fresca, y el cuello, que entonces estaba al descubierto, limpio, blanco y redondo como una pieza de mármol.

Parecía escuchar como si esperara a alguien. Muy luego el ruido de pasos pesados, acompañados de silbidos, se hizo oír a través del gran vacío de la entrada del vestíbulo. La puerta se abrió y entró un joven fornido y vulgar; tenía la cara encendida y el aire gratuitamente vencedor que caracteriza la primera faz de la embriaguez. Era Dunsey.

Por fin el espadero, después de decirle el nombre de algunos regidores, tocole el codo y exclamó: Este que viene agora es el Cardenal-Arzobispo, observe vuesamerced su venerable presencia. Sobre fornido corcel de pelo bayo, don Gaspar de Quiroga, Cardenal-Arzobispo de Toledo, Inquisidor General y Consejero de Estado, avanzaba con imponente rigidez, rodeado de pajes y alabarderos.

El diablo te lleve, Haroldo, dijo un alto y fornido escudero, asiendo por el cuello y sacudiendo al que acababa de hablar. ¿Sabes que si el príncipe hubiera oído la preguntilla esa te podría costar la cabeza? Y como está vacía poco perdería con ella el buen Haroldo. No tan vacía como tu escarcela, Rodolfo. Pero ¿qué demonios piensa el mayordomo? Todavía no han empezado á poner la mesa. ¡Pardiez!

Eso equivale a poner un changador fornido frente a un ser enteco y decir a éste: ¡imítalo!... levanta los pesos que aquél...

La cara era desagradable, la boca grande y muy separada de la nariz corva y chica; la frente espaciosa, pero sin nobleza; el cuerpo fornido, las manos largas, negras y poco familiarizadas con el jabón; la tez morena, áspera y aceitosa.

El Magistral le alargó la mano que Mesía estrechó mientras decía: Señor Magistral, tengo mucho gusto.... Se trataban poco y con mucho cumplido. Ana los vio juntos, los dos altos, un poco más Mesía, los dos esbeltos y elegantes, cada cual según su género; más fornido el Magistral, más noble de formas don Álvaro, más inteligente por gestos y mirada el clérigo, más correcto de facciones el elegante.

Al decir esto golpeábase el marqués su fornido tronco, su pecho varonil, cual si de él quisiese hacer brotar fuerte y adulto ya el codiciado heredero. Julián, lleno de esperanza, iba a animarle en tan buenos propósitos; pero se estremeció de repente, pues creyó sentir a sus espaldas un rumor, un roce, el paso de un animal por entre la maleza.

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