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Actualizado: 15 de julio de 2025
Por fin el espadero, después de decirle el nombre de algunos regidores, tocole el codo y exclamó: Este que viene agora es el Cardenal-Arzobispo, observe vuesamerced su venerable presencia. Sobre fornido corcel de pelo bayo, don Gaspar de Quiroga, Cardenal-Arzobispo de Toledo, Inquisidor General y Consejero de Estado, avanzaba con imponente rigidez, rodeado de pajes y alabarderos.
Enterrado en este claustro, sé, como el ciego, que hay en el mundo cosas muy hermosas... pero de oídas. El maestro de capilla guardaba del año anterior un recuerdo de felicidad, y hablaba de él con entusiasmo. Por indicación del cardenal-arzobispo había ido a Madrid a formar parte de un tribunal de oposiciones para organistas. Fue la gran temporada, Gabriel: la mejor de mi vida.
Doña Cristina ansiaba que este hijo único, objeto de mimos y cuidados como un príncipe heredero, fuese sacerdote. ¡Verle cantar la primera misa!... Luego canónigo; luego prelado. ¡Quién sabe si, cuando ella no existiese, otras mujeres le admirarían precedido de una cruz de oro, arrastrando el manto rojo de cardenal-arzobispo, rodeado de un estado mayor de sobrepellices, y envidiarían á la madre que había dado á luz este magnate eclesiástico!...
Abajo, en el templo, vigilaba a sacristanes y acólitos, cuidando de que los canónigos y los beneficiados no pudieran quejarse de descuidos en el servicio. Arriba, en el claustro, velaba por el buen orden y las sanas costumbres de las familias, siendo, por la gracia del cardenal-arzobispo, una especie de alcalde de aquel pequeño pueblo. Ocupaba la mejor habitación de las Claverías.
El monaguillo de medio siglo antes era ahora príncipe de la Iglesia y cardenal-arzobispo de Toledo. La vieja Tomasa y él se habían conocido de niños, peleándose en el claustro alto por la posesión de una estampita o haciendo jugarretas a los mendigos que acupaban la puerta del Mollete.
Vivía cerca de la catedral, y los domingos y fiestas de guardar, en vez de seguir á los fieles que acudían á los aparatosos oficios presididos por el cardenal-arzobispo, se encaminaba con su mujer y su hijo á oír misa en San Juan del Hospital, iglesia pequeña, rara vez concurrida en el resto de la semana.
Palabra del Dia
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