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Actualizado: 17 de julio de 2025
No se intimidaron los turolenses con la presencia del Duque y de sus soldados; antes por el contrario, se querellaron por conducto de su juez ordinario y alcaldes, a la Córte del Justicia y obtuvieron firmas y provisiones de aquel tribunal: mandó el Duque proceder contra aquellos funcionarios, y estos, lejos de ausentarse, y dando pruebas de un valor cívico, muy común entonces, se estuvieron quietos en sus casas, y el Duque los mandó poner presos en el castillo, sin que por ello desfalleciese el ánimo de aquellos dignos ciudadanos.
Merecen una visita los alrededores, y en especial el famoso sitio de recreo, llamado Schleissheim: dista media legua de la ciudad, y en él se conserva una preciosa coleccion de cuadros, entre cuyas firmas ilustres están Van-Dyck, Rubens, Tintoreto y otros privilegiados artistas. Las principales plazas de Munich son las de Maximiliano, José, Odeon, Panaderos y otras dos cuyos nombres no recuerdo.
Y á continuación seguían las firmas de las dos citadas señoras y en la larga lista familias tan distinguidas y conocidas como doña Francisca Dominé, doña María Arana de Cavaleri, condesa de Villapineda, doña María Teresa Núñez de Prado, condesa de Montelirio, marquesa de San Gil, doña María de los Dolores Gómez de Olavarrieta, doña Josefa del Aguila de Ureta, doña María Irureta, la marquesa de Torres, la marquesa de Castilleja, doña María del Rosario Ibarra y Le Roy, doña María Juana de Madariaga, doña Teresa Manuel de Villena y otras muchas, cuya enumeración habría de ocupar demasiado espacio.
Y siempre que oía hablar de firmas se reproducía en los cartilagos de sus orejas la sensacion recibida. Chico, dispensa, pero no firmo nada sin enterarme antes. ¡Que tonto eres! si lo firman dos carabineros celestiales, ¿qué tienes que temer? El nombre de carabineros celestiales infundía confianza.
En torno de una mesa vio sentados a sus tres compatriotas, los graves y honrados comerciantes que le regalaban buenos consejos. Saludo a sus respetables firmas sociales dijo tomando asiento junto a ellos. Pero como interrumpía una conversación interesante, sólo mereció varios gruñidos a guisa de saludo.
Esperamos que un discípulo de Rafael María de Mendive, no dejará sin contestación esta carta». Este hecho determinó la prisión de Martí y de Fermín Valdés Domínguez, siendo ambos juzgados en consejo de guerra. Ante el Tribunal fueron llamados los dos. Valdés Domínguez, primero, declaró que él había sido el autor de la carta y de las dos firmas.
Por este lado, los vaticinios de Maravillas se cumplían bastante bien: las malicias resultaban donde las había puesto él; por otro, el éxito había sobrepujado a sus esperanzas: el periódico fue una bomba en cada casa, particularmente en las de «los chicos de la redacción», que se espantaron al pasar la vista por el artículo programa, motivo de indignación y de escándalo hasta para el más tibio de los villavejanos. ¡Qué no sería para los pobres chicos que con sus firmas se habían hecho solidarios de aquellas empecatadas doctrinas? ¡Cómo convencer a nadie de que habían sido engañados y sorprendidos?
El acta fue redactada por su oficial mayor, revisada por los encargados de los negocios de ambas familias, y transcrita, por último, en un elegante cuaderno de papel timbrado, en el que no faltaban más que las firmas. Llegado el día, M. L'Ambert, esclavo de sus deberes, trasladose en persona al hotel de Villemaurin, a pesar de una persistente coriza que amenazaba saltarle los ojos de sus órbitas.
¿La mano del padre Cifuentes?... ¡Pobre padre Cifuentes!... La descubrirás tú, sin duda, desde aquella montaña de Tai-Sam a que subiste hace poco... Yo, como vivo en terreno llano, no la descubro. Jacobo, golpeando con ambos guantes la tapa de la mesa, guardaba silencio. La marquesa le preguntó al cabo, sin perder su serena calma: ¿Conque decididamente no firmas? No firmo replicó Jacobo con ira.
Pareció fijarse por primera vez en el lujo discreto y sólido de aquella vasta pieza. Se levantó para ver de cerca algunos cuadros modernos de pintores célebres que adornaban los muros. Para ella, las firmas de los artistas eran más interesantes que los lienzos. Valuaba su mérito con arreglo á la fama de caros que tenían sus autores. ¡Lo que vale todo esto! exclamó con admiración.
Palabra del Dia
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