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Actualizado: 17 de junio de 2025
El anciano médico me llevó a un rincón, y allí, de pie, con las manos cruzadas siempre sobre los riñones, siguió hablándome de pintura. Confesaba que su galería no era de las más ricas y, sobre todo, carecía de firmas acreditadas; pero estaba seguro, en cambio, de poseer obras notabilísimas, dignas de inmortalizar a sus autores.
Exceden de seiscientas las firmas de poetas españoles contemporáneos que poseo. No hace muchos días que un amigo me decía que, si se tratase de ponerla en venta, el gobierno inglés me daría por ella una suma fabulosa. Los tertulios dejaron escapar un grito reprimido de admiración.
Su marido, en momentos de expansión amorosa, cuando ella se sentía más supeditada, habíala arrancado firmas comprometedoras y tenía que pagar, so pena de ver sus bienes embargados.
Quedaba un pico flotante, y ese le aprovecharía don Santiago para ciertos negocios sencillos que le entretuvieran sin atarearle; verbigracia, descuentos de pagarés con buenas firmas, y algún préstamo sin usura ni abuso que se le pareciera. Porque a don Santiago se le harían las horas eternas con un hijo solo y sin negocios que le preocuparan. No sabía otra cosa.
En seguida sacó un protocolo, y los oidores estamparon en él sus firmas. Así vengaron los indios la muerte de Tupac-Amaru. LA GATITA DE MARI-RAMOS QUE HALAGA CON LA COLA Y ARA
Había llenado los blancos con sus nombres y cualidades, y al pie figuraban las firmas de dos habitantes de la rue de la Pompe: un tabernero y un amigo de la portera. El comisario de policía del distrito garantizaba con rúbrica y sello la responsabilidad de estos honorables testigos.
Algunos hay que procuran estas fees con buena intención, otros se sirven dellas acaso y de industria: que, viniendo a robar a tierra de cristianos, si a dicha se pierden o los cautivan, sacan sus firmas y dicen que por aquellos papeles se verá el propósito con que venían, el cual era de quedarse en tierra de cristianos, y que por eso venían en corso con los demás turcos.
Levantó la voz, gritando que aquello ya le aburría, que tales preguntas denotaban desconfianza, que ahí estaban las firmas de todos autorizando la venta de las propiedades, ejecutada de orden del juez; en suma, que si tenía tanto apuro en recibir su parte, la comunicaba que esto no podía ser, hasta que no se vendiera la casa en que vivían. ¡También ésta! exclamó Casilda.
El escribano Gabriel Pérez, testimoniaba la legitimidad de estas firmas. Había otros cuatro papeles que eran otras tantas escrituras públicas de bienes libres del duque, consistentes en dehesas, tierras y molinos, con una renta de cien mil ducados, cedidas por el duque como patrimonio á su hijo don Juan Girón.
Le echaré muchas firmas debajo, y verá si vale. Aunque Estupiñá no creía válida aquella manera de testar, hizo lo que se le mandaba. Ahora, amigo dijo ella, perdiendo gradualmente el uso de la palabra , coja usted a mi hijo y lléveselo... ¡ay!, déjemelo besar otra vez... Aguarde a que me muera... No; lléveselo antes de que venga mi tía, o mi marido, o doña Lupe... gente mala.
Palabra del Dia
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