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Actualizado: 24 de octubre de 2025


La cual tan vivamente fingía aquel estraño embuste y fealdad que, por dalle color de verdad, la quiso matizar con su misma sangre; porque, viendo que no podía haber a Lotario, o fingiendo que no podía, dijo: »-Pues la suerte no quiere satisfacer del todo mi tan justo deseo, a lo menos, no será tan poderosa que, en parte, me quite que no le satisfaga.

Está pescando respondió ella, fingiendo no entender el verdadero sentido de la pregunta. El duque entró en seguida en una larga explicación de todas las ventajas a que podría conducir aquella admirable habilidad, que le labraría un trono y un caudal. María lo escuchaba con avidez, mientras el duque admiraba el juego de aquella fisonomía sucesivamente fría y entusiasmada, helada y enérgica.

Cuando le tuvieron vestido de esta suerte, le dijeron que mejor que careta, convenía que se pintase; a lo cual él se prestó. Tomó un chico el pincel y la caja de pinturas, y fingiendo que le embadurnaba con mil colores, le paseó el pincel largo rato por la cara, mojado en agua solamente. Pidió Marín un espejo para verse. Los maleantes jóvenes tuvieron buen cuidado de no proporcionárselo.

Volvió el picaporte y entró; como un juez que llega al sitio del crimen, rastreando la pista, y hace visita inquisitorial de muebles y objetos, para deducir de su posición la historia del delito, misia Gregoria paseó su mirada severa por la alcoba y la dejó caer terrible sobre el criminal: ahí estaba, abatido, con el gorro de terciopelo ladeado, durmiendo o fingiendo dormir.

Estaba en la situación más favorable a su deseo que pudo soñar mujer amante: para ella querer era poder, y en vez de fijar el día del casamiento, constantemente lo aplazaba, cuándo con astucia, cuándo con energía, ya fingiendo prolongar la vanidosa satisfacción de verse deseada, ya mostrando recelo de que al ser poseída mermase la vehemencia del amor que había inspirado, ya negándose clara y resueltamente.

; es preciso estar siempre sobre las tablas, Gabriel; fingiendo y enredando. Esto es muy triste. Pues lord Gray no disimula. ¿Eres amigo de lord Gray? , y me lo ha contado todo.

Casimiro, tío de las dos Princesas, que se hacen la guerra, ha llegado ya para poner fin á su contienda; al ver á Leonido, que, como salvador de Arminda, tiene libre entrada en el palacio, experimenta hacia él extraña simpatía. Leonido se queda anonadado; pero su amigo le hace volver en de su asombro, y se ofrece á tomar sus armas, y, fingiendo ser Leonido, á pelear con él.

Don Fermín corrió a la puerta, la cerró por dentro, y volviéndose rápido y con ademán descompuesto, gritó, sujetando con fuerza el brazo de la criada: ¡Déjate de disimulos, habla o te arranco yo las palabras! Petra le miró cara a cara, fingiendo humildad y miedo; «quería ver el gesto que ponía aquel canónigo al saber que la señorona se la pegaba».

Una vez que descubría el ansiado secreto, aunque fuese la cosa más baladí, recobraba la calma y serenidad, volvía a su ser dulce, pacífico, inofensivo. Algunos sujetos maleantes, como don Martín, el P. Narciso, D. Joaquín y otros, solían embromarla fingiendo algún misterio entre ellos, la atormentaban, le hacían perder el juicio de pura curiosidad.

Y con mezcla de solemnidad y enternecimiento, añadió, clavando en ella sus expresivos ojos : ¡Cristeta..., júramelo..., por tu hijo! Bien; te lo juro por el niño, y ten prudencia, por la Virgen del Carmen. Corrió hacia el coche, y don Juan se quedó mirándola embelesado. Al arrancar la berlina se asomó a la ventanilla fingiendo que se incorporaba para acomodarse en el asiento.

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