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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Más de una vez me han ofrecido sus coronas de duque o de marqués, creyendo que con esto me aprisionaban, me podían conservar, cuando yo sintiendo fastidio pretendía levantar el vuelo. ¡Casada yo! ¡Qué disparate!... Reía como una loca con una risa que hacía daño a Rafael.
En vano Javier quiso rehabilitarle dando algunas palmadas tardías. El público, animal implacable, le mandó callar. Lázaro tuvo la presencia de espíritu suficiente para contemplar cara á cara aquellas cien bocas que bostezaban. Robespierre se desesperaba en el mostrador con suprema expresión de fastidio. Lo he hecho muy mal dijo tristemente el orador al oído de su amigo.
A partir de aquel día la señora Princetot fue la amante del guarda general, y éste ya no se fastidió como antes en Val-Clavin. El señor Princetot se ausentaba con frecuencia para ir a hacer sus compras de vinos o para venderlos a sus clientes de la montaña, de lo que los amantes se aprovechaban.
Y al hablar, ponía en toda su personita una gracia risueña capaz de seducir a los más recalcitrantes, lo que no impidió que Martholl le respondiese: Siento, señorita, tener que declinar el honor que usted me hace; pero no podré quedarme hasta el cotillón; tengo la obligación de ir a otra tertulia. ¡Oh, qué fastidio! murmuró ella contrariada.
Yo no puedo amar en la tristeza, y me causa un fastidio tan grande ver caras de enfermos y ojos con lágrimas, que no tardaría en tomarle horror a la casa misma. Por nada del mundo querría que mi pobre amiga viese un día que me pongo de mal humor a su lado. No fue, pues, por pura caridad que Huberto resolvió ir con menos frecuencia a casa de los Aubry.
Sin embargo, yo sabía que visitaba todas las noches a doña María; pero su reserva en este punto era una reserva sepulcral. Sólo una vez dejó traslucir algo y voy a decir cómo. Durante muchos días estuve sin poder ir a Cádiz, a causa de las ocupaciones del servicio, y esta esclavitud me daba tanto fastidio como pesadumbre.
¡Pues buscarla en seguida! gritó Currita . ¡Pregunte usted a don Joselito, en la contaduría, en todas partes!... ¡Jesús! ¡Qué fastidio! Y daba pataditas en el suelo, llena de impaciencia, mientras Germán se lanzaba presuroso por toda la casa en busca de la llave.
El fastidio de la miseria entorpecía de tal modo la actividad de los dos, que pasaban días enteros sin encender fuego, alimentándose con algún fiambre traído de la taberna. Cuando les faltaba en absoluto el dinero, Maltrana lanzábase a la calle. Su descenso del cuarto piso comparábalo a la bajada del lobo desde las cumbres a la llanura, empujado por el hambre.
Sin embargo, lejos de preocuparla que éste se hubiera marchado, sólo experimentó contra él un sentimiento de fastidio. Charito la llamó, consternada. Acababa de advertir, sospechando el motivo, la retirada de Muñoz. Era su amiga de confianza y profesaba por él un sentimiento que ella no hubiera podido definir: mezcla de cariño fraternal, de instintiva simpatía y de admiración.
Partió ayer, como te dije, por el ferrocarril del Havre ... Se ha ido á digerir su fastidio en la orilla del mar ... Se ha dado el golpe mortal ... Le permito vivir, declaró magnánimamente la señorita Guichard, á condición de que, en adelante, permanezca en su puesto ... ¿Y qué remedio tiene? Has cortado las garras á ese león y ya está domado ...
Palabra del Dia
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