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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Un muchacho de la vecindad, que era mandado todas las tardes a segar pasto en una viña, teniendo que volver, ya entrada la noche, por una callejuela solitaria, con su fardo a cuestas, nos pedía que lo acompañásemos para achicarse el miedo con nuestra presencia, lo que sólo podíamos hacer nosotros clandestinamente, regresando por el interior de la finca que se extendía hasta la precitada callejuela, y penetrando por la pared divisoria con una huerta vecina.
Estos negros formaban grupos vociferantes en torno de un fardo ó una pieza que cuatro hombres hubiesen movido en tiempo ordinario, y el paso de una mujer ó de un vehículo les hacía descuidar el trabajo, volviendo sus caras de diablos con una curiosidad infantil.
Gritó, agitando su sable, para avisar el peligro; pero la pesada gavilla fué más rápida que su voz, y vino á caer sobre la poetisa, doblándola bajo su fardo asfixiante. Corrieron á salvarla los oficiales que habían echado pie á tierra y muchos de los curiosos privilegiados.
Pero después de salir el sol, negros y espesos nubarrones que surgieron del horizonte de tierra, se habían acumulado sobre aquel paraje de la costa, amenazando descargar muy pronto su pesado fardo de agua. La luz se había mermado extraordinariamente. Parecía que estaba amaneciendo entonces.
No, no encuentro aquí una porcion de yerbas silvestres, donde dejar por un momento el fardo de mis inquietudes y de mis penas, y respirar al menos una hora al aire libre, al aire del campo. ¡Qué bellas me parecen las cercanías de Tíboli! ¡Qué bellas me parecen, tambien las laderas rojas de mi Andalucía; que ven impasibles estrellarse á sus piés las olas espumosas del Océano Atlántico!
Luego siguió escribiendo: «Estudia mucho, Ida mía; aprende todo lo que necesita saber una señora del gran mundo, ya que tu padre, después de tantas privaciones y trabajos, ha podido juntar una fortuna que le permite darte una buena educación... Yo fui menos dichoso que tú, y nacido en la pobreza tuve que abrirme paso en el mundo, sin apoyo alguno, arrastrando el fardo de mi ignorancia.
Volvió a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz más firme: Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sería forzoso que trasformasen mi ser por completo... Mi carácter por sí sólo bastaría para aburrirme... Déjeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganaría nada con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ahí quedan otros millones de seres encargados de sostener el fardo de la vida.
Desde el crepúsculo circularon por las calles grupos de hombres que se dirigían á las estaciones. Sus familias marchaban con ellos, llevando la maleta ó el fardo de ropas. Los amigos del barrio los escoltaban. Una bandera tricolor iba al frente de estos pelotones. Los oficiales de reserva se enfundaban en sus uniformes, que ofrecían todas las molestias de los trajes largamente olvidados.
Á ver, el segundo: un rollo de tela de púrpura, que no se ha visto matiz más hermoso en Inglaterra y otro de paño de oro; ponlo ahí en el suelo junto al fardo del otro, y si algo resulta manchado ó averiado te corto las orejas.
Á Perales le aseguran que Ogenio le engañó, dándole dinero de menos; á éste, que está, en efecto, relampagueando y que al fin tronará; á la pobre mujer, que realmente ha sido muy atravesá y muy revoltosa, y que si pellizca al tío Juan, hace muy bien, porque ella se entiende.... Pero al oir esto, su marido, aunque no es celoso, ni mucho menos, da instintivamente un tirón á la saya que lleva agarrada entre sus dedos; y como su dueña no está para grandes pruebas de equilibrio, viene al suelo como un fardo.
Palabra del Dia
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