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Actualizado: 22 de junio de 2025
La dama más encopetada no desdeña por amiga, ni se avergüenza de ir acompañada de las hijas o de la mujer de un empleadillo cualquiera, con tal de que por sus modales y facha no sean impresentables. La pobreza del vestido se perdona también, como no se haga notar por presumida extravagancia o por abominable mal gusto.
Nélida deshizo con presteza la barricada de objetos, y otra vez salió a luz el doctor Ojeda, pero despeinado, sudoroso, con la faz congestionada, parpadeando cual si no pudiese resistir la luz. Ella rio al verle en esta facha, al mismo tiempo que arreglaba amorosamente el desorden de su traje y le sacudía el polvo del encierro.
Doña Luz estaba en su cuarto, acababa de volver de misa, y había rezado con fervor por el alma del P. Enrique, en quien de continuo y tierna y melancólicamente pensaba, cuando entró Juana, la doncella, y dijo: Señora, un forastero quiere hablar con usía. ¿Su nombre? Don Gregorio Salinas. No le conozco. ¿Qué facha tiene? Más bien buena que mala. Viene muy decentemente vestido, aunque de viaje.
No, hijo contestó la señora con blandura, no vengo a pedir limosna. ¿Tengo yo facha de pordiosera? Si el señor no está, dime dónde puedo encontrarle, porque necesito verle con urgencia. Pues el patrón... estará en casa de su compadre, calle de Entre Ríos. Apuntó el número misia Casilda, y bajó aprisa; ni tranvía ni coche a mano tampoco esta vez: anda, anda, anda.
Pasada la primera impresión de las noticias, lo que dominó en el espíritu de la joven fue la vergüenza de que Joaquín, tan admirador de ella, la viese mal vestida. Había estado dos horas arreglándose para disimular su mala facha.
¡Bonita facha la mía para ir allá! ¿Qué viene a buscar ese viejo? dirán. ¡Andrés! No, amito; conocerse no es morirse.... A las nueve y media llegué a la casa de Gabriela. En la antesala jugaban a los naipes varios amigos. Sarmiento, Porras, don Carlos y el P. Solís. La señora y Pepillo estaban todavía en el comedor. No bien saludé a los jugadores cuando apareció Gabriela.
Rafaela fue desde la fonda a instalarse en la casa de su marido: en el hotel que ella le había hecho comprar y amueblar con el mejor gusto. Ella eligió para la servidumbre los criados blancos que más convenían, y los esclavos negros más hábiles y de mejor facha.
Se había levantado y paseaba, enfundadas las manos en los bolsillos; francamente, y con el respeto debido: S. E. tenía una facha muy lastimosa; a la luz del balcón, el paño negro de su traje mostraba un lustre indiscreto, sin duda del mucho uso, los golpes de grasa aparecían sin recato, y la caspa sobre hombros y espalda, tan visible, que se diría haber estado expuesto a espesa nevada.
Cuatro y tres, dijo Tristán con voz de bajo profundo. Venga el capacete. Y ahora te lo apuesto contra tu coleto, arquero. ¡Apostado! Pero como siga la mala racha voy á llegar al castillo en camisa. ¡Voto á sanes! Bonita facha para un embajador. ¡Hola! gritó levantándose apresuradamente al ver á Roger y echándole los brazos al cuello; mira quién nos ha caído de las nubes, recluta.
Maldito perro, exclamó, cogiendo el garrote que había en el suelo y defendiéndose de Fortuna con un valor increíble a su edad. Entonces salieron precipitadamente dos hombres de mala facha de uno de los carrizales. Llevaban revólver y cuchillo de monte en el cinto y escopetas de dos cañones en las manos.
Palabra del Dia
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