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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Los artes con que se extrae de ellos el agua son norias primitivas; algunas tienen arcaduces de barro; los arcaduces se rompen y no son repuestos, y las norias giran horas y horas en la llanura gris, ante el labriego extático, sin vaciar apenas agua en la alberca. «El agua me dicen se come mucho las tierras.» El riego pide abono; el abono cuesta dinero; cuanto menos se riegue, menos se gasta...
Toda la energía del señor de Elorza se desvaneció de golpe como una sombra al escuchar estas monstruosas palabras. Quedó algunos momentos extático y petrificado, con la mirada apagada, como el que acaba de ver un milagro y no quiere creer a sus propios ojos.
Tomás soltó una carcajada estrepitosa. Acostumbrado a la salidas originales de su hija, pensó que ésta era una de ellas y la encontró muy chistosa. No se ría, padre, no se ría, que lo digo como hay Dios en los cielos; que no quiero. El aldeano cortó repentinamente el hilo de su risa y se quedó extático mirándola. Vaya, vaya, chica... ¡qué me estás ahí cantando! Que no quiero.
Uno de los libros que con frecuencia y gusto leía doña Inés era el que escribió el iluminado y extático varón fray Miguel de la Fuente acerca de Las tres vidas del hombre. De aquí que no titubease doña Inés en compaginar que tenía tres vidas. Yo también lo imagino, y casi me atrevo a darlo por seguro.
Y con gran sorpresa, pues no estaba acostumbrado á ello, observó que la niña rehuía su encuentro. Por algunos instantes permaneció extático, sin saber qué pensar de tal conducta; pero antes de que recobrase su serenidad y se resolviese á seguirla y pedirle una explicación se oye gritar por todas partes: «¡La despedida, la despedida!» Una nube de niños avanza hasta el pórtico de la iglesia.
El médico miraba, extático, a su amada, dormida, entregada a él en abandono de fraternal confianza, segura y serena bajo la egida del noble amor....
Guzmán se quedó extático delante de la hermosa criatura: devorábala con los ojos como si no se atreviera a tocarla. Al fin, la tomó en sus brazos; separó después los dorados rizos que caían sobre su frente, y estampó en ella un beso en que debió tomar el corazón mayor parte que los labios, por lo que fue de sonoro, de apretado... y de repetido.
Sin un leve instante de reposo, Tiburcio tocó en la puerta con el pomo de su espada y gritó alto para que le oyese quien estaba dentro: ¡Urbási! ¡Urbási! Abre. Ten confianza en nosotros. Venimos a salvarte. La puerta se abrió enseguida y Urbási se mostró bajo el dintel, serenamente hermosa, como una aparición del cielo. Desalumbrado, extático quedó Morsamor al contemplar de cerca tanta hermosura.
Así permaneció sin osar mover un pie, la faz blanca, los ojos anegados en gozo extático como si estuviese en un baño tibio y perfumado. Súbito dio un paso atrás, corrió a la puerta del gabinete, la entreabrió, asomó la cabeza y escuchó. Dª Josefa seguía en la cocina. La cerró nuevamente y volvió en puntillas a la alcoba. Detúvose un instante, y avanzó después hasta tocar en la cama.
Joaquín estaba convaleciente de un tabardillo, y su cara ahilada apenas se veía dentro de aquel sol de pelos. Bien, bien; tenemos castaño y dos tonos de rubio. Para entonar no vendría mal un poco de negro... Utilizaremos el pelo de Rosa. Hija, tráeme uno de tus añadidos. D. Francisco tomó, no ya entusiasmado, sino extático, la guedeja que se le ofreció.
Palabra del Dia
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