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Actualizado: 19 de octubre de 2025


La confusión entonces llegó á su término. El orador continuó su filípica; pero la continuó excitando al pueblo á que no cediera en su empeño de verificar la manifestación. Estaba lívido, anhelante, y cada palabra suya era como un latigazo que estimulaba á la muchedumbre á seguir adelante.

Leyóse, en efecto, en España á Dante, Petrarca, Boccacio, Boyardo, Ariosto, Tasso, Bandello, Anthio, Marino, etc., así en traducciones como en el original, excitando la vena poética nacional, y enriqueciéndola con nuevas imágenes. Pero la influencia directa de la poesía italiana en la española, no se conoció en otra cosa que en la admisión de sus combinaciones métricas.

Con voz doliente murmuró una queja interminable contra el mar. Desde su entrada en el buque, la salud parecía haber huido de su cuerpo. Otros cantaban a todas horas, como si el aire salino y la inmensidad azul les diesen nuevas fuerzas, excitando su apetito.

Pero otras mil flores, más olorosas y no menos bellas, aparecen después, llamando y excitando al céfiro a que respire los aromas que exhalan. El céfiro viene, semejante al atrevido príncipe del cuento de hadas, y atraviesa por la esquiva floresta, y penetra en el silencioso palacio, y llega hasta el lecho de la encantada y dormida princesa, y le da un beso de amor.

Su caballo no llevaba ímpetu bastante y hubiera caído en ella, si el Padre, conociéndolo, no hubiera llegado en sazón, excitando el caballo con el látigo, y con el ejemplo, porque saltó primero.

Las cuadrillas pasaban en coches abiertos, y los bordados de los toreros, reflejando la luz de la tarde, parecían deslumbrar a la muchedumbre, excitando su entusiasmo. «Ese es Fuentes.» «Ese es el Bomba.» Y las gentes, satisfechas de la identificación, seguían con mirada ávida el alejamiento de los carruajes, como si fuese a ocurrir algo y temiesen llegar tarde.

Aún salía mucha más gente del templo, y nuestros dos aventureros permanecieron parados para verla salir. Ya de los últimos, apareció un pequeño grupo que montó a caballo a la puerta del templo y que pasó muy cerca de Miguel de Zuheros, excitando su curiosidad.

Apenas estaría mediada aquella fiesta, que parecía absorber enteramente la atención del pueblo, cuando sobrevino algo que distrajo dicha atención, excitando la curiosidad general. Por el camino de Lisboa, y abriéndose paso por entre el apiñado gentío, aparecieron en sendos y magníficos caballos, ricamente enjaezados, dos muy lozanos caballeros, bizarramente vestidos de gala.

Se había ido á París para hacerse soldado, ¡y él tenía tantos amigos soldados!... «La Generala», por ser mujer, le infundía más interés, excitando su maledicencia. Yo creo dijo, con su sonrisa de misógino que se fué por celos, por despecho. La duquesa de Delille ha acaparado á ese teniente que le presentó ella. Hasta parece que el tal teniente ha tenido un duelo...

Pero se sentía solo: se notaba la amargura del aislamiento en su gesto ensimismado y triste, en la alegría momentánea que experimentaba al ver á su primo, el único que lograba ablandar su carácter huraño, excitando sus confidencias. El carruaje había dejado atrás la dársena de Axpe, llena de vapores que esperaban turno para la carga; de buques sin flete que dormían en las aguas muertas.

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