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Esta tan íntima vecindad de los Alpes, hace que el invierno en Turin sea excesivamente frio, si bien se neutraliza su accion como en Suiza por la frecuencia y abundancia de las nieves. Las iglesias de Turin, consideradas bajo el aspecto del arte, no ofrecen absolutamente nada que admirar .

Tentada estuvo de hablarle de Pepe Castro y de Raimundo y exponerle las emociones pueriles que agitaban su alma aquella mañana; pero un sentimiento de respeto la contuvo. La duquesa era tan excesivamente condescendiente que tocaba en los límites de la estupidez. Es probable que si la hubiera hecho confidente de sus adulterios la hubiera escuchado sin escandalizarse.

El barón se encargó de lanzar a su discípulo; le hizo admitir en su club. Allí se comía bien, y el señor de La Tour de Embleuse no perdió nada en cambiar de cocinero. Antes de su conversión, la comida excesivamente condimentada de los figones y el uso de los licores falsificados irritaban su estómago, enrojecían su lengua y le condenaban a una sed inextinguible.

Las comunicaciones son tan excesivamente baratas y la regularidad de los viajes á lo largo del río, hasta abajo de Greenwich, es tan completa, que un paseo por el Támesis reune todas las condiciones deseables por el pasajero negociante ó el viajero curioso.

Quiero decir dijo el padre Aliaga que el rey en ciertos negocios anda con pies de plomo. Decid más bien que cuando se trata del duque de Lerma no se mueve. Su majestad cree que no encontrará otro mejor que el duque; le fatiga la lucha, ama la paz, su alma es excesivamente piadosa...

En el sillón más próximo a la chimenea estaba arrellanada la señora de la casa, mujer de unos cuarenta años, gruesa, facciones correctas, ojos negros, grandes y hermosos, pero sin luz, la tez blanca, los cabellos de un castaño claro excesivamente finos.

Nosotros somos algo rudos, y los españoles un poco vanagloriosos y excesivamente confiados en sus propias fuerzas, casi siempre con razón. Los franceses están sobre Cádiz dijo doña Flora , y ahora salimos con que no hay aquí bastante gente para defender la plaza. Así parece.

No se había atrevido nunca a hablar de esto a su cuñada, por temor de parecer excesivamente ambiciosa y atrevida.

No es mi padre excesivamente rico, pero hombre de alta alcurnia, valiente caballero, en verdad, guerrero famoso, á quien las pretensiones de ese hombre grosero y bellaco.... ¡Perdonad! Olvidé que lleváis el mismo nombre. No importa; continuad, os lo suplico. De un mismo manantial suelen proceder arroyos muy distintos; turbio uno, claro y cristalino el otro, dijo ella prontamente.

Estos días, los preparativos del baile, el bullicio de la fiesta, le han alejado de nosotros; pero también usted es tan excesivamente inclinado a sus soledades y sus estudios, que nunca se le ve. De los convites, aun de los más íntimos, siempre se excusa; en habiendo alguien de fuera, desaparece usted como por encanto. Y usted, sin embargo, no es huraño, sino cariñoso, afable.