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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Hice la historia: revelé detalles atroces: todos los políticos y los periodistas se quedaron estupefactos. Estos políticos y estos periodistas he de advertirte que son una gente muy inocente: con un adarme de ingenio y otro de audacia se les asombra a todos. Por eso no es extraño que ante mi artículo abrieran espantados los ojos.
Todos quedaron estupefactos ante aquella proposición, y la falúa prosiguió su rauda marcha, como si no la hubiese oído. Mas al cabo de un rato, Isidorito la formuló de un modo más enérgico y los marineros se vieron precisados a contestar que, aunque no imposible, el tocar en tierra otra vez les haría perder una hora de tiempo. Pasó otro rato.
Roussel, Herminia y Mauricio, de pie delante de la mesa, se miraban estupefactos, aterrorizados, mudos. Por último Mauricio, como si no creyese á sus ojos, se inclinó hacia el jardín y buscó al espectro. Pero no vió más que un coche de alquiler que se colocaba delante de la verja, esperando á la terrible visitante. ¡Es ella! dijo por fin Roussel en voz baja. ¡Vais á ver! ¡Oh!
Un murmullo de placer partió de la concurrencia y los invitados de Harvey, sin miedo de cometer una falta de distinción, aplaudieron con entusiasmo. Hasta los mismos cow boys, dominados por el encanto de la inspiración y estupefactos ante las sensaciones que experimentaban, desistieron de marcharse al salón de fumar, como habían proyectado.
La invitación resulta egoísta, no lo oculto. Pienso permanecer aquí hasta que se restablezca la tranquilidad de Europa y la vida vuelva á ser agradable. Sólo con mi coronel, acabaríamos por odiarnos los dos. Ustedes me acompañarán en mi agujero. Quedaron los tres estupefactos por la inesperada proposición. Novoa fué el primero en recobrar la palabra. Príncipe, usted apenas me conoce.
Penetró resoplando en el tenebroso almacén de la calle de San Felipe Neri, dejando como siempre estupefactos, abatidos, aniquilados a los dependientes, para los cuales el duque de Requena no era sólo el primer hombre de España, sino un ser sobrenatural. Producíales su vista la misma impresión de espanto y entusiasmo, de temor y fervorosa adoración que a los japoneses el gran Mikado.
En su ciego arrebato, desnudó Balarán la daga que llevaba en el cinto y se la hundió a Urbási en el seno, causándole instantánea muerte. Atónitos, estupefactos quedaron los de uno y otro bando, al ver caer a Urbási desplomada en el suelo.
Sí; allí estaba Martínez, en el centro de la masa humana, como una pobre cosa, tendido en el suelo, guardando la misma actitud de su caída, con el cuerpo en forma de Z: la cabeza en ángulo recto sobre su pecho, las piernas dobladas trazando otro ángulo. Lubimoff avanzó hasta asomar sus ojos sobre la primera fila de mirones estupefactos.
La biblioteca del Seminario la trataba como cosa propia. Algunas tardes iba a la catedral para perfeccionar sus estudios de música religiosa hablando con el maestro de capilla y el organista. En el aula de oratoria sagrada dejaba estupefactos al profesor y los alumnos por la fogosidad y la convicción con que pronunciaba sus sermones.
Tal vez había hecho esto sin reflexión; tal vez el médico militar la invitó á subir, creyéndola de la familia del enfermo. Varios hombres con uniforme levantaron el cuerpo inánime del oficial. Continuaba su ronquido desgarrador. Y entonces, ante la muchedumbre, que no podía ver con sus ojos estupefactos, Alicia procedió como si estuviese sola.
Palabra del Dia
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