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Actualizado: 2 de julio de 2025


Calles, plazas, balcones y azoteas estaban llenas de gente que se apiñaba y empujaba para coger buen sitio y ver pasar la procesión desde la puerta del pueblo hasta el punto en que León X debía recibirla. Era a fines de Marzo: una hermosa mañana de la naciente primavera. Rompían la marcha varios heraldos a caballo con los estandartes de Portugal.

Se bordaba en blanco, en sedas de colores y en oro; el planchado era admirable; los roquetes, albas, paños de altar, sabanillas y almohadones para santos sepulcros, parecían obra de hadas; los ternos, casullas, mangas y estandartes, eran verdaderos prodigios artísticos; y como antes ocurrió que solía quedar un remanente de velas, comenzó también a tener la casa en almacén más de lo que había menester para sus obsequios.

El antiguo y populoso condado de Hanson fué de los primeros en responder al llamamiento con gran golpe de soldados. Al norte ondeaban los estandartes de los señores de Brocas y Roche, el primero con la cortada cabeza de sarraceno en el centro del escudo y el segundo con el histórico castillo rojo de la casa de Roche, seguidos ambos por numerosos combatientes.

Entraron las tropas de nuestra caballería primero, con los estandartes vencidos y ganados de los Turcos. Seguían después el carruaje lleno de los Despojos enemigos, y gran número de mujeres y niños cautivos, y algunos mozos reservados para el triunfo de la entrada.

Restallan bajo el sol tus estandartes, Dice España el amor por todas partes, Las almas beben cuanto interpretas, Y por cumbres, collados y senderos, Se une al himno triunfal de los guerreros, La divina canción de los poetas.

Alza tu frente y observa: legiones de nazarenos estan ordenándose en batalla á la sombra de sus grandiosos estandartes, de esos estandartes con que vencieron en las Navas de Tolosa. El que las acaudilla es un rey que goza del favor del cielo: ángeles enviados por Cristo sostienen su bandera; palabras de bendicion estan escritas por la misma mano de Dios sobre la hoja de su espada.

Parecían sus opulentas cabelleras estandartes guerreros, no flotantes y victoriosos, sino enroscados y martirizados por las manos del enemigo. Pero Roseta, más fuerte ó más furiosa, logró desasirse, é iba á arrastrar á su adversaria, tal vez á propinarla una zurra interior, pues con la mano libre pugnaba por despojarse de un zapato, cuando ocurrió algo inaudito, irritable, brutal.

Á los 22 de junio por la mañana aguardaron la menguante y salieron de sus trincheas por la parte de levante hasta 2.000 hombres, trayendo algunas escalas. Iban tres dellos delante con estandartes en las manos, corriendo hacia las galeras.

El día 1.º de octubre llevaron en procesión á los cautivos al palacio del Sultán: D. Álvaro de Sande, D. Berenguer de Requesens y Don Sancho de Leyva iban á caballo; detrás marchaban los Capitanes de tres en tres, y seguían los soldados mirando tristes cómo les precedían, arrastrando por el suelo, sus estandartes y banderas, cuyas santas imágenes servían de escarnio á los mahometanos.

Durante una hora fue aquello un interminable desfile de penitentes con capirotes, penitentes blancos, penitentes azules, penitentes grises, cofradías de mozas con velo, estandartes rojos con flores de oro, grandes imágenes, unas de madera desdoradas y conducidas en cuatro hombros, y otras de loza coloridas como ídolos con grandes ramos en la mano, capas de coro, incensarios, doseles de terciopelo verde, crucifijos rodeados de seda blanca; todo esto flameando al viento, entre la luz de los cirios y la del sol, en medio de salmos, de letanías y de las campanas, que no cesaban de tocar a rebato.

Palabra del Dia

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