Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 14 de mayo de 2025


«Para disolver algún bulto en el interior del estómago se saca tres pedazos de las enredaderas Balogo y se pone al fuego, y cuando ya están bastante tiempo, se pila y bien machacado se esplime y el jugo se da de tomar al enfermo. «Para cortar los pujos se debe sacar hojas de la yerba Santo Angel y se pila y después de mezclar clara de huevo se aplica en la barriga y espalda.

El cual, por lo demás, andaba de puntillas, sin tropezar en nada; y hasta consiguió taparla, sin que ella lo sintiera, un poco de la espalda blanquísima, por donde estaba cogiendo frío. Era en casa de su Serafina el mismo galán fino, pulcro, suave y mañoso que cuidaba a su mujer, a su tirano, como las manecitas negras de los palacios encantados.

Pero la joven volvió la cabeza, dobló la espalda y permaneció muda, aunque el intendente repitiera varias veces su amenaza; en su furor le golpeó con el puño la espalda y la cabeza y luego salió del cuarto, jurando y blasfemando. Se detuvo, sin embargo, en el corredor y se puso a reflexionar sobre su crítica situación.

De repente, un grito... un alarido... una voz como sólo puede emitirla un cuerpo al que se le escapan las fuerzas. Y doña Luisa entró á tiempo para sostener á su marido, que se venía al suelo. El senador se excusaba, confuso, ante los muebles, ante las paredes, volviendo la espalda en su aturdimiento al cabizbajo René, que era el único que podía oirle.

Quedó Jaime inmóvil, sintiendo en la espalda y en el pecho los trapos amontonados por las dos mujeres en su horror a la sangre. El optimismo que le había animado al doblarse sus piernas y caer junto a la torre volvió a reaparecer. Seguramente, aquello no era nada: una herida insignificante; sentíase mejor.

Miraba curiosamente, á partir de este instante, á todos los transeúntes, y á veces apresuraba el paso para examinar á algunos que se le asemejaban por la espalda. Una tarde creyó reconocerlo en un carruaje de alquiler cuyo caballo marchaba á vivo trote por la avenida del Prado; pero cuando quiso seguirle, el vehículo había desaparecido en una calle inmediata.

Después de algunos otros gritos descubrí al vigilante y le referí mi extraña aventura. Acercó a mi espalda su linterna sorda y exclamó: ¡Es indudable, señor; le han dado una puñalada! ¿Qué clase de hombre era? No lo pude ver bien ninguna vez fue mi torpe contestación. Se mantuvo siempre a buena distancia, y únicamente se aproximó en un punto demasiado obscuro para poder distinguir sus facciones.

Si cobarde vuelves la espalda, no vuelvas jamás a mi casa, ni te acuerdes nunca de tu madre, ni cuentes ya con su tierno cariño... Su indignación, su aborrecimiento eterno: he aquí la recompensa que te aguarda. He subrayado estas palabras porque son puntualmente históricas: constan en papeles impresos de aquel tiempo, que puedo mostrar al que verlos desee.

La expresión de todos ellos era seria y hasta hosca. Salabert, sin reparar en ello, empezó a repartir abrazos y palmaditas en la espalda, haciendo un ruido formidable con sus voces y risotadas. ¡Buen negocio! Buen negocio secuestrar ahora a los cuatro y exigir un millón de pesos por cada uno.... ¡Oh! ¡oh!

Cuando supo de lo que se trataba, por boca de Foja, tuvo que levantarse para ocultar la emoción. Sintió que la hebilla del chaleco estallaba en su espalda.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando