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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Se sonrió con aire de superioridad, y metiéndose las manos en los bolsillos, dijo: ¿Cómo quiere usted que sepa yo cuándo viene? Vendrá ... cuando venga. Es que tengo precisión de verle esta misma noche. ¿A qué hora suele venir? No tiene hora fija dijo el portero volviendo la espalda y dirigiéndose á la portería. Después volvió y dijo: Si usted quiere dejarle algún recado....
Pero el Gentleman-Montaña miró sonriendo al grueso capitán y levantó los hombros. Luego le volvió la espalda, empezando á forcejear para subir la segunda ancla. ¡Lléveme! continuó . ¿Qué voy á hacer en mi patria?... Al ver que usted quiere marcharse, todas mis creencias se han derrumbado.
Una vez que ha cumplido su deber, Juan vuelve la espalda al tiro; entra en el bosque, donde no se oyen gritos ni conversaciones, donde sólo el eco de los disparos rueda dulcemente por el aire. Se deja caer sobre el césped y dirige sus miradas a los pinos, cuyas finas agujas, bajo el sol del mediodía, lanzan reflejos como cuchillitos aguzados.
Felipe, al ver a su antiguo camarada, cuyo regreso ignoraba, se dirigió hacia él alborozado, acercándosele con afectuosa familiaridad; pero Amaury no correspondió más que con un ligero movimiento de cabeza, y como el otro siguiese cumplimentándole muy cortés y obsequioso, le volvió completamente la espalda y apoyose en la chimenea, aparentando concentrar toda su atención sobre unos objetos de fantasía que decoraban la sala.
Ella volvió la espalda a su marido, insensible a los suspiros que daba. Desvelados estuvieron ambos largo rato, cada cual por su lado, muy cerca materialmente uno de otro, pero en espíritu Fortunata se había ido a los antípodas.
Pues llevo sacados del bolsillo más de cinco mil reales manifestó solemnemente, separando una mano de la espalda y poniéndomela sobre el hombro. Pues son caros... digo, son baratos... Porque los hay magníficos. ¡Maravillosos! Poco después, el señor de Anguita me manifestó que sentía frío, lo cual me sorprendió casi tanto como el coste de su galería. No estaba por la vida en los patios.
Soy un insensato... pero ya no tiene remedio... Si esa palabra ó esa mirada no viene, tendrá usted la triste satisfacción de verme rodar ahora hasta esas negras aguas que me taparán para siempre. Quedó un momento suspensa, mostrando gran sorpresa. Me dirigió una mirada altiva y prolongada; y sin proferir palabra volvió la espalda y echó á andar lentamente. No sé lo que pasó por mí.
Puntas de hierro candentes le pinchaban por la espalda, las manos le temblaban como si le pidieran una estrangulación con que calmar sus ansias; un calor insoportable le subía de las piernas al cerebro. Las tinieblas se espesaban, le envolvían en una atmósfera tibia, sofocante, como si se hallase en un subterráneo.
Tal es mi misión: andar, andar de un lado a otro, con una grave responsabilidad sobre los hombros. Ya volvía la espalda el fraile, cuando Belarmino murmuró: Naturalmente, como usted es un dromedario.... El Padre Alesón se volvió de cara, la expresión en entredicho. Hombre, hombre... tartamudeó, con voz deficiente . Eso es ofender.
Nada tiene este pueblo de particular que, de contar sea, salvo recordar la bellísima vega en que se asienta, y las aguas termales del Gogon, cuyo manantial se encuentra á las faldas del Sigñion, heraldo del grandioso Mayon, que se alza á su espalda.
Palabra del Dia
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