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Actualizado: 5 de julio de 2025
BALBINA. José corrió a enterarse. Pronto sabremos... DON URBANO. ¿Y el crío, dónde está? BALBINA. En el cuarto de Patros le escondió la señorita con el propósito de llevárselo por la noche a su cuarto, y tenerle allí consigo.
Y Emma lloraba, con algún rencor todavía contra el peligro pasado, pero más enternecida por el placer de vivir, de haberse salvado, con el alma llena de un sentimiento que debía ser de gratitud a Dios y no lo era, porque ella no pensaba en Dios; pensaba en sí misma. Vaya, vaya, menos charla gritó D. Venancio; y escondió con el embozo los hombros de Emma. Y ahora, ¡cuidado con dormirse!
Durante esta heroica carnicería, Candido, que temblaba como un filósofo, se escondió lo mejor que supo. Miéntras que hacian cantar un Te Deum ámbos reyes cada uno en su campo, se resolvió nuestro héroe á ir á discurrir á otra parte sobre las causas y los efectos.
¡Bah! tengo buenos ojos, y Raúl es un hombre demasiado galante para... En este momento llamaron al ventanillo y el objeto de esos elogios mostró su fino bigote en la estrecha abertura. Con su inconveniencia natural, la comandanta iba a acogerle amablemente como visitante, pero al verse en un espejo los papillotes desrizados y el peinador deslucido, se escondió precipitadamente en el comedor.
Buenas noches, amigo; tú eres un hombre honrado... y te aprecio... pero este carcunda, este comehostias, este rapa-velas, este maldito tirano de la Iglesia, este Provisor... es un ladrón, y lo sostengo.... Toma un pitillo. Tomó el pitillo Pepe, escondió la linterna, arrimó a la pared el chuzo y dijo con voz grave: Don Santos, ya es hora de acostarse; ¿quiere que abra la puerta? ¿Qué puerta?
En cierta solemne ocasión, un día de banquete, Clementina le escondió la dentadura, que tenía sobre el tocador para limpiarla. Cualquiera puede figurarse la desazón que esto produjo a la vieja miss.
Sobre la chimenea del despacho colocó dos jarroncillos llenos de flores; en seguida, por si era curiosa y le revolvía los papeles, como habían hecho otras, escondió varias cartas en una sombrerera vieja, arrojándola encima de un armario, y quitó de la vista dos retratos de antiguas conocidas y otro de una cómica fotografiada en ademán provocativo.
Turbada y confusa, Nina se escondió en un portal, para ver sin ser vista. ¡Qué desmejorada encontró a Doña Francisca! Llevaba un vestido nuevo; pero de tan nefanda hechura, como cortado y cosido de prisa, que parecía la pobre señora vestida de limosna. Cubría su cabeza con un manto, y Obdulia ostentaba un sombrerote con disformes ringorrangos y plumas.
3 Y hablaron por él los hermanos de su madre a oídos de todos los señores de Siquem todas estas palabras; y el corazón de ellos se inclinó en favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es. 5 Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una piedra; mas quedó Jotam, el más pequeño hijo de Jerobaal, que se escondió.
¿De quién es? preguntó la madre al ver que Fermín palidecía. No sé... ya la veré después. Ahora al coche... a ver a Guimarán.... Y se puso de pies, escondió la carta en un bolsillo interior, y se dirigió a la puerta con paso firme. Doña Paula, aunque sospechaba, no sabía qué, no se atrevió esta vez a insistir.
Palabra del Dia
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