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Actualizado: 28 de junio de 2025


Estos personajes, en el primer instante, habían sentido indignación viendo entrar en el patio á la tal máquina. Consideraron esto como una torpeza del Comité de recibimiento del Hombre-Montaña, que casi equivalía á un delito contra la seguridad del Estado.

Pero aunque Juan Pablo se encariñaba de este modo con el local, había cambiado de café bastantes veces en el espacio de cinco años. Equivalía esto a mudar de vivienda, y como todos los cafés de Madrid se parecen, lo mismo que se parecen las casas, Juan Pablo llevaba en propio su domesticidad, y a los dos días de frecuentar un café, ya se encontraba en él como en familia.

Los señores de la Jardye y Hermany contestaron con fría urbanidad, que no podía cuestionarse seriamente aquella transposición de papeles, en tan desgraciado asunto, y que la negativa persistente en reconocer los derechos de su cliente a su calidad de ofendido, equivalía por parte del señor de Lerne a una acusación de reparación, que no podía de ninguna manera entrar en sus intenciones.

Una compañía industrial quiso incluirle en su consejo de administración con una gratificación que equivalía a un sueldo.

Mi mujer calla; pero me mira con un aire que quiere decir: ¿no te lo dije? ¿Quién te obliga á meterte á redentor, cuando no eres el Mesías prometido? Yo callaba, pero miraba á mi compañera con una expresion que equivalia á la siguiente: mujer, no hables de lo que no comprendes; no hables de un asunto que es tan superior á tu inteligencia y á tu sentimiento.

Siempre he soñado con dedicar mi ternura á algo muy alto, muy extraordinario, que estuviera por encima de las cabezas de los demás mortales.... Pero antes de que usted viniese esto equivalía á soñar con lo imposible. Se ruborizó Flimnap, creyendo haber dicho demasiado, y miró á través de su lente el rostro del gigante.

Menos seguridad tuve de ello cuando intenté «levantar» mi casa. Me parecía que esto equivalía a quemar mis naves, o, por lo menos, a darme ya por consentido en que había de ser muy larga mi permanencia entre los osos de Cantabria; y el temor de este riesgo me inclinó a dejar esas cosas como estaban, sobrándome buenos amigos en Madrid que mirarían por ellas.

Un rugido que equivalía á un aplauso, acogió sus primeros golpes. Los mineros aplaudieron con las manos, como si estuvieran en las corridas de toros de Bilbao. Protegían con su benevolencia á aquellos partidores de leña, como gente humilde que en nada podía interesarles. En las minas de Bilbao no se partían troncos: podía, pues, concederse algún mérito como leñadores á aquellos rústicos.

Algunas veces, después de haber avanzado la pilastra de fichas, entornaba los ojos como si escuchase á su colaborador invisible, movía la cabeza en señal de asentimiento y retiraba su puesta. Surgía de nuevo el murmullo de satisfacción al convencerse el público de que había retirado su dinero á tiempo, lo que equivalía á un triunfo negativo.

¿Por qué?... Pasada la sorpresa, él obedeció. Recordaba que en todos sus viajes, cada vez que se creían felices en un lugar, formulaba su amante el mismo deseo. «Escupe para que volvamosEquivalía a dejar algo de sus personas que alguna vez había de atraerlos irresistiblemente. Hizo lo mismo ella, y súbitamente tranquilizada se agarró de su brazo.

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