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Y el empleado, que había oído ya varias veces su historia sin prestarle mucha atención, se llevó un dedo á la frente mirando á la mujer de la taquilla. Los dos se entendieron con una sonrisa que decía lo mismo: «Está loca, verdaderamente locaLa vieja apenas pudo dormir aquella noche. Sentía intranquila su conciencia. Era una egoísta que guardaba para ella toda la felicidad de su descubrimiento.

»Luego que los jinetes entendieron que éramos cristianos cautivos, se apearon de sus caballos, y cada uno nos convidaba con el suyo para llevarnos a la ciudad de Vélez Málaga, que legua y media de allí estaba. Algunos dellos volvieron a llevar la barca a la ciudad, diciéndoles dónde la habíamos dejado; otros nos subieron a las ancas, y Zoraida fue en las del caballo del tío del cristiano.

En las noches siguientes se aventuró á mirarle de aquel modo dulce, rápido y lleno de timidez, de que ya hemos hablado. Octavio llamaba á estas miradas de vuelta de llave, porque, en efecto, parecía que abría un instante las puertas de su alma, y veloz como un relámpago tornaba á echar el cerrojo. Para abreviar, Octavio y Carmen se entendieron perfectamente al poco tiempo.

Por fin llegaron á las cercanias de estas campañas, y él lo reconocia por la abundancia que habia de yeguas cimarronas de que se mantenian: y un dia se destacaron 12 indios, y preguntó, aunque por señas, porque nunca se entendieron, ¿qué destino llevaban? y pudo comprender que venian á las campañas de Buenos Aires, y les dió á entender que él los queria seguir, y no se lo impidieron.

Los entierran; dicen que la cura no ha alcanzado, y que los médicos no la entendieron. Pero la puñalada hipócrita alcanzó e hirió el corazón. acaso eres de esos criminales, y hay un acusador dentro de ti; y ese frac elegante y esa media de seda, y ese chaleco de tisú de oro que yo te he visto, son tus armas maldecidas. Silencio, hombre borracho. No; has de oír al vino, una vez que habla.

13 Los discípulos entonces entendieron, que les habló de Juan el Bautista. 14 Cuando ellos llegaron a la multitud, vino a él un hombre hincándose de rodillas, 15 Y diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece malamente; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. 16 Y lo he presentado a tus discípulos, y no le han podido sanar.

10 Entonces los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a Berea; los cuales habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos. 12 Así que creyeron muchos de ellos; y mujeres griegas honestas, y no pocos hombres. 13 Cuando entendieron los judíos de Tesalónica que también en Berea era anunciada la Palabra de Dios por Pablo, fueron allí, y también alborotaron al pueblo.

Aquella dolencia que ni el médico de este pueblo ni el de Argamasilla entendieron, me coge ya toda el arca del pecho, quitándome la respiración de tal modo, que a cada momento pienso que se me va fuera el alma. Y aprovecho el poquito tiempo que esta señora ha de estar dentro de mi cuerpo, para escribirte y darte la despedida, sintiendo mucho no poderlo hacer por mi mano.

Pero en el confesonario de enfrente había una joven también vestida de negro con la cara pegada a la ventanilla. Esto era ya grave. Así lo entendieron los fieles, y por eso, pecando contra el tercer mandamiento, no les quitaron ojo mientras duró la confesión. El cura tenía abrazado al joven, de suerte que los asistentes no podían observar más que sus piernas, que no decían nada.

32 que habiendo entendido la justicia de Dios, no entendieron que los que hacen tales cosas son dignos de muerte; no sólo los que las hacen, más aún los que consienten a los que las hacen. 4 ¿O menosprecias las riquezas de su bondad, y paciencia, y longanimidad, ignorando que su bondad te guía al arrepentimiento?