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Actualizado: 22 de junio de 2025


El yo cuidado tiene tanta latitud, dice tanto, es aplicable á tantas cosas, afirma y niega tantas otras, que es imposible darle su verdadero valor. Es una frase propia de Filipinas imposible de traducir en su práctica significación en ninguno otro país. Yo cuidado, nos había dicho el matandá; así que ya no tuvimos que hacer nada en la seguridad de encontrarlo todo hecho.

Cabesang Tales tuvo que entregar su escopeta, pero armado de un largo bolo prosiguió sus rondas. ¿Qué vas á hacer con ese bolo si los tulisanes tienen armas de fuego? le decía el viejo Selo. Necesito vigilar mis sembrados, respondía; cada caña de azucar que allí crece es un hueso de mi esposa. Le recogieron el bolo por encontrarlo demasiado largo.

La pobre creía encontrarlo en , señorito hambriento que hablaba de cosas que ella no podía entender. Mi vida floreció por vez primera; conocí la alegría, la verdadera alegría, durante unos meses; luego, el idilio acabó en el hospital.

Tayabas tiene cincuenta y dos barrios, de modo, que los aficionados ya saben que estos catapúsanes dan un contingente de cincuenta y dos noches de jolgorio durante el año. El suizan es la verdadera fiesta del indio; en ella es donde hay que buscarlo para encontrarlo tal cual es.

Cuando este mismo sacerdote abrió los ojos y se separó de la cruzada criminal que había predicado, Facundo decía que nada más sentía que no haberlo a las manos para darle seiscientos azotes. Llegado a San Juan, los principales de la ciudad, los magistrados que no habían fugado; los sacerdotes, complacidos por aquel auxilio divino, salen a encontrarlo, y en una calle forman dos largas filas.

Y les aseguro, caballeros, que nadie se quedó más sorprendido que yo, cuando al día siguiente recibí una carta del Banco confirmando la de él. Después depositó en el mismo Banco todos los años, el primero de enero, una suma igual, como un pequeño regalo, según él decía. ¿Entonces, usted no lo volvió a ver más después de esa noche en que consiguió al fin encontrarlo?

Los marineros rojos habían muerto hacía muchos siglos; el dragón había muerto también; el tesoro debía estar aún en Formentera. ¡Ay, quién pudiese encontrarlo!... Y el rústico auditorio temblaba de emoción, sin dudar de la existencia de tales riquezas, por el respeto que le inspiraba la vejez del narrador. ¡Plácidas veladas aquéllas, que ya no se repetirían para Febrer!

Es fuerza que acabe por encontrarlo. Al fin lo encuentra. Una noche, muy tarde, a principios de septiembre, sus investigaciones lo llevan a B... aldea situada dos leguas al norte de Marienfeld. A través de las ventanas cerradas de la taberna, se oye un ruido confuso, pataleos, gritos y cánticos avinados. Baja pesadamente del carruaje y ata el caballo a la puerta del patio.

Power acodándose en la borda, ella y muchas otras, cada día más excitadas por la monotonía de la navegación, empiezan a encontrarlo un poco interesante... No es gran cosa, lo reconozco: algo jamona y blanducha... y con ese perfil de pájaro... y esa nariz que no acaba nunca. Debe ser de Oriente: judía, turca, ¡qué yo!... Pero una señora que tiene esas perlas merece siempre atención.

Y tal vez haya comido en Lhardy solo, triste, sin que hayamos podido tener un rato de amena plática ante las viandas exquisitas... Esto es, en realidad, tremendo; ya no tengo sueño. ¿Cómo voy a dormir estando Sarrió en Madrid? Me voy a la calle; creo que mi deber me impone el visitarlo. Pero ¿dónde vive Sarrió? ¿Cómo encontrarlo?

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