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Actualizado: 9 de junio de 2025


A la noticia de esta visita, Adela exclamó: «¡Que ese monstruo no venga aquí, porque me encontrará muertaYa ves, Eduardo, si soy dichoso y si Adela es digna de . Ella no había consentido en recluirse más que por deferencia a su madrina, cuya ternura y buenas intenciones no podía desconocer, y por su cariño abnegado hacia , que la he calumniado. ¡Olvida, olvida mis indignas sospechas!

En los términos más corteses contesté que agradecía el favor, y que procuraría corresponder a la confianza que se me dispensaba. Castro Pérez me interrumpió: Joven: me prometo hallar en usted lo que tanto he deseado, lo que hasta hoy no pude conseguir: un escribiente activo, inteligente y útil. No perdamos el tiempo. En aquella habitación encontrará usted lo necesario para escribir.

Mientras la casa no esté completamente a flote, yo renuncio a mis sueldos; con esto, usted asegura dos mil pesos de renta a su hija; la señora Aubry, haciendo economías en la casa, encontrará pronto los mil pesos restantes. Para formar el capital de sesenta mil pesos, yo traspaso al fondo social los sesenta mil pesos que usted me ha hecho ganar.

Habíase quedado estupefacto; latíale el corazón, temblábanle las rodillas, y revolvía aquellos papeles con el ansia temerosa, el gozoso terror, si así es posible sentirlo, del débil hombrecillo que se encontrara de repente entre las manos fabulosas riquezas de un gigante formidable que no ha de dejárselas arrebatar.

Gritos y bulla nada más.... Puede ser que haya algunos palos, pero esos no caerán sobre las costillas de ningún eclesiástico. Siempre se los encontrará algún desdichado que no lo coma ni lo beba. En esa reunión secreta no hay hombres de gran empuje, ni conspiradores temibles, ni jacobinos de tente tieso.

Resignose así Cristela a no fijarse más que en el rostro y a elegir el príncipe más hermoso que encontrara. Y como muy pronto descubriera que el príncipe más hermoso del mundo era el príncipe de Marruecos, comprometiose con el príncipe de Marruecos sin mirarle el alma. Y pensaba: «Por lo menos el rostro es hermoso. ¿Qué sería de si ni siquiera fuera hermoso el rostro?...»

»Perdone, monseñor, si esta carta le ha podido ofender... es de una pobre muchacha que no conoce el mundo ni los deberes que éste impone; pero que tal vez encontrará ante usted alguna gracia en la escasez de su inteligencia, en la franqueza de su corazón, y, particularmente, en el profundo respeto con que tiene el honor, etc

Hablándole con franqueza, le diré que me gusta considerarlo como si fuese mi hermano mayor declaró. Creo que nunca amaré a nadie añadió, pensativamente, mirando el brillante fuego de la chimenea. No, no; no diga eso, Mabel. Algún día encontrará a un hombre de su misma condición, lo amará, se casará con él y será feliz le observé, con mi mano apoyada en su hombro.

El joven recordaba confusamente las grandezas que había oído de boca de don Eugenio: los recuerdos gloriosos del arte de la seda, los brillantes trabajos de los velluters que cincuenta años antes hacían danzar las lanzaderas allí mismo, del amanecer hasta la noche; y sentía cierta pena, un malestar extraño, como si se encontrara ante las ruinas de una ciudad muerta y todavía vibrasen en el espacio los últimos estallidos de la catástrofe.

Pero lo que no olvidaba, era la idea de que nadie había en la tierra que estuviera dispuesto a compartir sus penas conmigo y que estaba reducida a misma y a mis libros, hasta el día en que se me encontrara bastante madura para participar de la existencia de los vivos. Y más y más, me sumergía en los tesoros de los poetas, ninguno de los cuales me rechazaba de su más íntimo santuario.

Palabra del Dia

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