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Actualizado: 12 de julio de 2025
Currita se encogió de hombros, haciendo un gracioso pucherito como quien dice: ¿Y a mí qué me cuenta usted?... Sí, señora prosiguió el ministro . Su majestad el rey, muy ofendido... Su majestad la reina, sentidísima.
Don Víctor inclinó la cabeza y encogió los hombros, dando a entender que no era responsable de aquella terquedad. «
Entonces el público se volvió al Cigarrero, que ya había cogido los trastos, y le gritó: ¡No lo mates, no lo mates! ¡Que lo mate ese asesino! El Cigarrero encogió los hombros y se dispuso a ir en busca de la res. En aquel instante un torero que llegaba corriendo le dijo algo al oído, y el espada se puso terriblemente pálido. El público comprendió que había malas noticias del Serranito.
Este se encogió de hombros con supremo desdén, moviendo los labios de un modo despreciativo. Estaba de mal humor. Al ver la mesa puesta sin el plato de la niña, había preguntado por él. Su mujer le había contestado con malos modos: ¡Pero, hombre, no seas ridículo! ¿Quieres que la niña coma hoy con nosotros? ¿Por qué no? Venturita se había escandalizado.
Tenía en la mano la jeringuilla, y fijó en Nébel su mirada espantada. ¿Hace mucho tiempo que usas eso? le preguntó él al fin. Sí murmuró Lidia, doblando en una convulsión la aguja. Nébel la miró aún y se encogió de hombros.
Picado, el proponente preguntó: ¿Es ésa la última palabra del señor duque? Pablo se encogió de hombros: El duque de Sandoval no tiene más que una palabra. Lo mismo da llamarla primera que última. Y, diciendo esto, se puso de pie, para significar a su interlocutor que había terminado la entrevista. Poco a poco, disgustado por el ambiente, fue retirándose otra vez a su palacio.
Pero la muchacha, al entrar, le lanzó en pleno rostro, sofocada de cólera: ¡Canalla! Y desapareció. Un instante después divisó Krilov su silueta a través de los cristales. Con su sonrisa amistosa en los labios, asió el picaporte y trató de abrir; pero al ver al portero junto a la escalera, retrocedió con lentitud. A algunos pasos de distancia, se detuvo y se encogió de hombros.
El príncipe se encogió de hombros, mirándole con extrañeza. ¿A qué venía todo esto, con motivo de una mujer?... Todo mentira prosiguió ; pero no por ello voy á vivir como una piedra ó un árbol. Yo necesito falsedades dulces que me canten hasta la hora de la muerte. La ilusión es una mentira, pero deseo que venga conmigo; la esperanza otra mentira, pero quiero que marche ante mis pasos.
Al ver á Antonio pegado á la reja de su querida, á pesar del escaso interés que ésta le inspiraba, no pudo reprimir un movimiento de ira; se abalanzó para ordenar al cochero que parase; pero, sosegándose repentinamente, se encogió de hombros exclamando: ¡Ps! ¡Buen provecho!... Todos los cerdos saben el camino de sus pocilgas.
Usted también recela verse envuelto en las redes de esa chica, y tener que casarse.... Baltasar sonrió sin afectación, pero con tal señorío de sí mismo, que Borrén se encogió de hombros. Pues entonces.... Por un lado, sí, lo acierta usted; soy un majadero en abrigar tales escrúpulos. Pasa uno así los mejores años de su vida, y ¿qué?, llega uno a viejo sin haber vivido....
Palabra del Dia
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