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Actualizado: 2 de junio de 2025
Bendito sea tu pico, palomita exclamó dirigiéndose á su mujer. Nada dices, mi alma, que no esté puesto en razón. Ahora mismito voy á ordeñar. Eladia, enciende el farol. Vamos, déjate de palabras necias y arrea. ¡Que viva, eh! decía Martinán guiñando el ojo á los tertulios. ¡Vaya una mujercita despachada!
Al quedarse solo éste, siguió paseando todavía unos momentos; luego se paró delante del cordón de la campanilla y tiró con fuerza. No tardó en presentarse Ramiro. Esa mujer está ahí... ¿Quieres que la eche? preguntó el viejo, sin aguardar las órdenes de su amo. No. Condúcela a la sala, enciende todas las lámparas y avisa a Dolores que suba. El criado permaneció inmóvil, mirándole con sorpresa.
Arrebola sol de gloria el tierno abrazo y el alma se alegra al ver que jamás se ha de romper ese sacrosanto lazo. La imaginación inquieta, al contemplar tal unión, enciende la inspiración en la mente del poeta. Noble, reta al bardo, que acude al duelo y al herir la egregia lira copia, a la luz que le inspira, cantares que oyó en el cielo.
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende la lámpara y se pone debajo de un almud, sino en el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Esta es la verdadera flor del mundo. Toda la creación de sangre pálida, egoísta, lánguida, vegetativa relativamente, parece que no tiene alma cuando se la compara con la vida generosa que hierve en esa púrpura y enciende la cólera y el amor. La fuerza del mundo superior, su encanto, su belleza, es la sangre.
El ángel cava, el demonio cava....¡Bien que los veo! El demonio agora enciende un cigarro con un tizón que saca del rabo. ¿Tú los ves, Fuso Negro? ¡Si que los veo! ¿Estás seguro? ¡Sí que los veo! Yo dudaba que fuese delirio de mis sentidos.... Apenas distingo tu sombra en esta cueva.
La luz que ellos apagaron se enciende en las tinieblas donde el alma vivía, y para que mi linaje, donde hubo santos y grandes capitanes, no lo cubran mis hijos de oprobio, acabando en la horca por ladrones, les repartiré mis bienes y quedaré pobre, pobre de pedir por las puertas.... Ahora probemos entre los dos a levantar la sepultura.... ¡Quiero ver a mi muerta!... ¡Acaso me hable!
En mis manos tiene un brillo de relámpago y en mi pecho enciende redentor afán, y en su empuñadura, cuando ya la cojo, siento el loco empuje de una tempestad. Ya están en mis manos las dos sacras hoces que el herrero anónimo para mí forjó: la de hierro duro, que es mi fortaleza, y la de oro fino, que es mi ensoñación.
Mas no se crea que a nuestro joven se le daba un ardite de la morenita. La prueba de ello es que en toda la semana volvía a acordarse de su figura ni del santo de su nombre. Creía estar a demasiada altura en achaques de amor para ir a enamorarse en un dos por tres de una muchacha morena que enciende un hacha de cera en misa.
Sin embargo, Amalia replicó descaradamente: No tengo ese honor. Soy el barón de los Oscos. La dama hizo una inclinación de cabeza. Paula dijo dirigiéndose a una criada que había acudido, llévate esa chica. Tú, Pepe, enciende las lámparas del gabinete azul.
Palabra del Dia
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