United States or Ethiopia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los Pinzones, por el contrario, poseyendo tal vez algunas tradiciones sobre aquel viaje, navegaron como si conociesen dicha corriente, no afrontándola á su salida, sino que, declinando al Sur, pasaron sin trabajo y abordaron en el mismo punto donde los vientos alisios empujaban las aguas del Africa hacia la América, en los límites de Haití.

Toda ella me duró la pesadilla, sin un instante de reposo; y puedo afirmarlo, porque al despertarme con la fuerza de la emoción que me produjo la última «horconada» del caballero, dirigida contra uno de los hombres malos que empujaban la nube negra, y resultó ser una persona de Madrid a quien yo conocía mucho de vista y de fama, observé que entraba la luz por el cuarterón de la ventana de mi dormitorio que había quedado a medio cerrar al acostarme.

La velocidad de su marcha hacía ver con un engaño óptico que era el Océano el que venía corriendo a su encuentro en gigantescos repliegues que se empujaban unos a otros. Los ojos abarcaban un anfiteatro azul, inmenso, monótono, que borraba la noción de volúmenes y distancias.

Entonces me vuelvo replicó Mario retrocediendo. Pero ya una de las viejas había cerrado la puerta. ¡Cómo! ¡No faltaba más! Pase usted, caballero, pase usted. D. Jeremías no es visita. Siga, siga, señor; siga adelante. Y las tres le empujaban por el pasillo hablando a un tiempo, asustadas sin duda de que por motivo tan baladí quisiera destruir su felicidad. El pasillo resplandecía de blancura.

Y el señor Desnoyers envidió este dolor. Unos reservistas avanzaron cantando, precedidos de una bandera. Se empujaban y bromeaban, adivinándose en su excitación largas detenciones en todas las tabernas encontradas al paso. Uno de ellos, sin interrumpir su canto, oprimía la diestra de una viejecita que marchaba á su lado serena y con los ojos secos.

Pasaba sin transición del mundo en que le había colocado su nacimiento a otro más humilde, hacia el cual le empujaban sus aficiones artísticas.

A la luz de los focos azules, que esparcían sobre el mar una claridad lívida, empezó el transbordo de pasajeros y equipajes con destino á París desde el trasatlántico á los remolcadores. «¡Aprisa! ¡aprisaLos marineros empujaban á las señoras de paso tardo, que recontaban sus maletas creyendo haber perdido alguna. Los camareros cargaban con los niños como si fuesen paquetes.

Los guerreros femeninos empujaban con entusiasmo estas armas colosales, colgándose de los rayos de sus ruedas para hacerlas avanzar. Momaren, con la cabeza cubierta de vendajes y el aspecto dolorido, marchaba al frente de varios profesores que se imaginaban conocer por sus lecturas el manejo de tales monstruos de acero.

Le hablaba a poca distancia de su rostro; sentía en sus mejillas el aleteo de aquella boca, su respiración tibia, que le cosquilleaba con intensos estremecimientos. Y al mismo tiempo sus manos, finas y ágiles, le empujaban cariñosamente, quitándole con rapidez la chaqueta y el chaleco. Sintió sobre sus hombros la caliente caricia de la capa de pieles.

Ya que le empujaban á ello, sería valentón y jactancioso por algún tiempo, para que le respetasen, dejándole después vivir tranquilamente. Una tarde, tirando á las golondrinas en el barranco de Carraixet, le sorprendió el crepúsculo. Los pájaros tejían con su inquieto vuelo una caprichosa contradanza, reflejada por las tranquilas charcas con orlas de juncos.