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Maldigo de la política, y juro que nunca he de volver a meterme en ella. Mi amiga Luisa está desconsolada. Ayer estuvo en mi casa, y, al contarme sus cuitas, rompió en llanto. Su gran desconsuelo no está en relación con la causa que lo produce. Mi amiga tiene fáciles lágrimas, y no menos fácil tiene la risa. Con esto queda dicho que es muy sensible a todas las emociones.

Explícate, Casilda, explícate dijo ansiosamente. ¿Estás loca o estoy yo idiota? Y misia Casilda habló, con esa incoherencia de las grandes emociones.

Además, los invitados habían empezado á bailar en los salones y el pianista golpeaba rudamente el teclado. Unas palabras confusas llegaron hasta él. La pareja del gabinete levantaba el tono de su conversación á causa del ruido. Tal vez las emociones de su diálogo les hacían olvidar también toda reserva. Reconoció la voz de Fontenoy. ¿Para qué frases dramáticas?... no eres capaz de eso.

¿Y por qué no le cita usted para esta misma noche? preguntó Antoñita, que por encima del hombro de su tío leía lo que éste iba escribiendo. Porque serían muchas emociones juntas, para mi pobre hija. Ahora irás a decirle que le he escrito ya y que crees que vendrá mañana por la mañana. Y haciendo entrar al ayuda de cámara de Leoville le entregó la respuesta.

Parlons de nos amours; la joie et la beauté Sont mes dieux les plus chers, après la liberté. deben tomarse por divisa. Mientras el corazón tenga fuerzas, echarle combustible para que palpite con las dulces emociones de la pasión. Quiero cantar endechas como el ruiseñor mientras me quede un soplo de vida.

Y todos los valientes que allí se encontraban, levantando la cabeza, gritaron: ¡Animo, señora Lefèvre! Entonces, la pobre mujer, dominada por tantas emociones, rompió a llorar, apoyándose en el hombro de Juan Claudio; pero éste la tomó en sus brazos como una pluma y salió corriendo a lo largo del muro, a la derecha; Luisa les seguía sollozando.

Al ver entrar á Robledo lo abrazó, buscando instintivamente un apoyo para sostener su cuerpo desalentado. Le parecía asombroso que pudieran soportarse tantas emociones en tan poco tiempo.

Hay placeres que hemos gustado con tanta delicia, que se nos figura que el recuerdo que de ellos nos queda, debe bastar para nutrir nuestro corazón de ideas rientes y dichosas durante todo el curso de la vida; y cuando nos encontramos, largo tiempo después, en las mismas circunstancias, ocurre, no obstante, que esas emociones, tan agradables y tan añoradas, han perdido casi todo su prestigio.

Sabía que su dolencia no tenía remedio. Pero aquella vida sosegada y sin emociones, y el cuidado continuo de su hermano, alimentándolo casi a la fuerza a todas horas, como a un pájaro, había puesto un puntal a su salud ruinosa. El curso de la enfermedad era más lento: la muerte tropezaba con obstáculos. Estoy mejor, don Antolín.... Y ayer, ¿qué tal fue el día?

La vida de a caballo, la vida de peligros y emociones fuertes han acerado su espíritu y endurecido su corazón; tiene odio invencible, instintivo, contra las leyes que lo han perseguido, contra los jueces que lo han condenado, contra toda esa sociedad y esa organización de que se ha sustraído desde la infancia y que lo mira con prevención y menosprecio.