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Actualizado: 20 de junio de 2025
Pero, don Elías, ¿es cierto eso de que ha hablado con hombres? exclamó Paz con una solemnidad arquiepiscopal, que era en ella muy frecuente. ¿Pero qué basilisco es ese? ... Mas no importa. Ya la enmendaremos nosotras. Ya la enseñaremos á portarse como una mujer de bien.... ¡Ay! la honestidad está por los suelos. ¡Qué siglo!
El viejo había concluido, y el militar iba á dejar á su nuevo amigo; pero notó que estaba éste cada vez más desfallecido y corría peligro de no poder subir si le abandonaba. El locuaz y discreto joven entró, pues, en la casa sosteniendo al realista, que apenas podía dar un paso. La mansión de Elías se ostentaba en la mitad de la calle de Válgame Dios, donde hacía veces de palacio.
Pero contra lo que esperaba, le vió tan sereno como si oyera hablar de un concilio ecuménico. Tampoco tuvo la suficiente perspicacia ni la suficiente memoria para hacerse cargo de que podía haber alguna relación entre las preguntas que el fanático le había hecho la noche anterior, y la visita de aquellos amigos. Sí, que vaya; ve dijo Elías.
Y les venero; mi pequeñez no me permite imitarlos; pero por tener ocasión de parecerme á ellos, diera toda mi vida, lo confieso. ¡Oh! si la libertad no fuera la cosa más buena, sería la cosa más bella con la memoria de tantos héroes. ¿Y esos son tus héroes? ¿Eso es lo que admiras? dijo Elías.
Pero llegó un momento en que el joven sintió su situación embarazosa. Elías continuaba en voz baja su soliloquio sin cuidarse de él; era preciso marcharse; y eso de marcharse sin satisfacer un poco la curiosidad y hablar otro poco con la joven, no le gustaba.
Quedó en silencio y con los ojos bajos, tal vez ocupada en pensar en aquello, como el joven le aconsejó. ¿Quién sabe cuáles serían sus reflexiones en aquellos momentos? El curioso esperaba una contestación, cuando Elías, mirando hacía la habitación en que hablaban, exclamó: "¡Clara, Clara!"
Si eres de esos continuó Elías, vuelve á tu pueblo y no hables de mí; no digas que me has visto; no creas que existo; y es verdad: para ti he muerto. Pero deje usted que me explique... ¿Qué vas á decir? Yo pienso ... usted comprenderá que yo tengo mis ideas ... he leído y tengo convicciones, sí, señor; estoy profundamente convencido....
A las cuatro de aquella tarde, cuando, después de salir las tres damas, Clara se encontró sola, quiso satisfacer su curiosidad leyendo la carta que le había dado el abate; pero observó que Elías andaba por el pasillo: tuvo miedo, y la guardó. Media hora después, habiendo Coletilla salido con Carrascosa, se quedó sola, enteramente sola y encerrada. Entonces abrió la carta.
Y lo peor es que entró haciendo un ruido con esos taconazos ... y dando unas voces.... Porque como está Paulita tan mala, es el caso que se alteró con el ruido y quiso salirse de la cama. ¡Ay qué hombre! Crea usted que ya nos tiene consumidas su sobrinito, señor don Elías, y es preciso que tome usted una determinación, porque esta casa ... ya ve usted ... esta casa....
12 Y le llegaron letras del profeta Elías, que decían así: El SE
Palabra del Dia
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