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Actualizado: 20 de junio de 2025


Allí la mirarán, siempre clavada, flameando al sol, las esperanzas mías; vieja quizás, pero jamás hollada, jamás vendida por el bravo Elías... Y Elías es mi hermano. Su firmeza arde en todas las almas filipinas, ya la ciñan de flores o de espinas, y satura de fe nuestra cabeza. ¿Y qué brazo mejor que el brazo hermano para sostén de la bandera santa?

7 Entonces él les dijo: ¿Qué hábito era el de aquel varón que encontrasteis, y os dijo tales palabras? Entonces él dijo: Elías tisbita es. Y él le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho que desciendas. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió a él y a sus cincuenta.

Yo espero que ella será agradecida á tanto honor, y sabrá corresponder á él con su buena conducta. Pero, es preciso corregirse, niña dijo Paz; y si es verdad lo que el señor Elías nos ha dicho de usted ... y verdad debe ser cuando él lo dice.... Siéntese usted. Los dos visitantes se sentaron en dos taburetes, magníficas joyas del siglo decimoséptimo.

En esto entró la devota. Elías andaba por allí cerca. ¡Qué dirán si llevamos con nosotras á ese joven!... continuó Paz. ¿A ese joven? ... repitió Paulita. : ¿qué dirán? ¡Jesús! exclamó Salomé. Nada dirán manifestó la devota, mirando para otro lado. Es un servidor, un caballero que nos acompaña. Y, sobre todo, el mal está en las intenciones, no en las apariencias. ¿Qué pueden decir?

La hija de la Chacona creció en casa de Coletilla, y fué mujer. Creció sin juegos, sin amables compañeras, sin alegrías, sin esas saludables y útiles expansiones que conducen felizmente de la niñez á la juventud. Elías no la trataba mal, pero tampoco era muy cariñoso son ella.

24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué pues bautizas, si no eres el Cristo, ni Elías, ni profeta? 26 Y Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros ha estado, quien vosotros no conocéis;

El militar, al detener con un vigoroso esfuerzo el movimiento agresivo de Chaleco contra Elías, se rozó la mano izquierda con la extremidad puntiaguda de la empuñadura de la navaja que el mozo llevaba en la faja. Esta rozadura le levantó un poco la piel y le hizo derramar alguna sangre. El militar se envolvió la mano en un pañuelo, y con la derecha tomó el brazo del viejo.

, hay que tomar una determinación afirmó con mucho encono María de la Paz. Si no, ¿qué va á ser de la honra de nuestra casa? Hay que poner inmediatamente á la puerta de la calle á esa mozuela, sin consultar á don Elías.

Pero esta vez me guardé de correr. El instinto de conservación se había apoderado de por completo, y me sugirió todos los medios de evadir la justicia. Procuré dar á mis pasos todo el sosiego y compostura posibles. Don Elías, ¿tendrá usted la bondad de decirme?... No más. El salto que di fué tan grande, que me separé algunas varas del esbirro.

Pero al llegar á aquella época, en que era imposible á todo español apartar la vista del gran problema que se trataba de resolver, la escondida vehemencia de sentimientos de Elías se manifestó, y no en forma de amor, ni de avaricia, ni de ambición: se manifestó en forma de pasión política, de adhesión frenética á un sistema y odio profundo al contrario.

Palabra del Dia

rigoleto

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