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Actualizado: 6 de junio de 2025
Los votos que hacían duraban cuatro años, al cabo de los cuales se renovaban. A la tercera vez era necesario hacerlos perpetuos o salir de la congregación. Lo mismo la hermana San Sulpicio que su prima, la hermana María de la Luz, se habían educado desde muy niñas en aquel convento, del cual no habían salido más que para ejercer su ministerio en dos o tres puntos de España.
En cambio a sus padres les escribía muy poco y, cuando lo hacía, antes era por instigación de don Tadeo que por impulso propio. Los amigos de aquél, viéndole educado en el santo temor de Dios, le trataban con singular afecto y, en reciprocidad, Tirso se volvía todo respeto para con aquellos señores, que a él se le figuraban magnates.
Educado para las batallas del presente, tuvo por armas las convicciones de antaño, fuertes por lo sinceras, pero quebradizas por lo viejas. Llegada la época de abandonar el Seminario, el obispo le llamó a su despacho, y le habló de esta, suerte: «Vamos a separarnos.
Es, pues, evidente que Clara debe mucho á Dios, y luego á tí, que la has educado bien; pero esto que debe á tí no es superficial y externo: los modales, las palabras, las atenciones y los miramientos no son signos vanos. Cuando no hay en ellos afectación, es porque brotan del alma misma, mejor criada por Dios ó por los hombres que otras almas sus hermanas.
El joven D. Diego Hipólito Félix de Cantalicio había sido educado conforme a sus altos destinos en el mundo, bajo la dirección de un ayo, de que después hablaremos, y aunque era voluntarioso y propenso a sacudir el cascarón de la niñez, arrastrando por el polvo de la travesura juvenil el purpúreo manto de la primogenitura, su madre le tenía metido en un puño, como suele decirse, y ejercía sobre él todos los rigores de su carácter.
El trato social se hace posible a fuerza de limarnos todos un poquito. Bien, Marianela. Volvamos a nuestro asunto. Volvamos, misia Melchora. Mi nieto es bueno; usted le conoce. Yo le he educado muy bien, en Inglaterra y en Francia. Es un muchacho sin vicios. No ha estudiado una carrera porque, gracias a Dios, no la necesita.
El pobre muchacho, con las manos en los bolsillos y la cabeza caída sobre el pecho, no dijo una palabra. El comandante, después de contemplarle unos momentos con expresión compasiva, le puso blandamente la mano sobre la espalda y le preguntó, con esa aspereza cariñosa, tan propia de los hombres que han educado sus afectos entre los rigores de la ordenanza militar: ¿Duele, amigo?
Hablaba con seca ironía, dando golpecitos impacientes con las manos en los brazos del sillón. Yo le respondí con algo de aspereza: No hay que hacerle reproches; ha sido educada así. Sí, sin duda... sin duda... La Boivic la ha educado a su imagen; pero lo malo es que ha muerto a la mitad de su obra... En fin, a lo hecho, pecho. Después de todo esas mojigaterías no duran.
A su voz todos los monasterios se cierran; ni uno sólo querría excitar su cólera, ni resistiría a sus justas reclamaciones... Porque, sobre todo, él tiene dos derechos sobre usted. Es usted su sobrina... y la ha educado. »Ni Carlos ni yo encontramos palabras que poder oponer a tan justos razonamientos.
Era un buen hombre, dulce y tolerante, sin otros defectos que su manía de santidad. Había tenido en su casa a varios obreros con sus familias, pero acabó por despedirles, a causa de los chismorreos de las mujeres y las embriagueces de ellos. No quería más huéspedes; pero el señor de Maltrana como él decía era un hombre cortés y bien educado, que le escuchaba en silencio, sin permitirse una burla.
Palabra del Dia
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