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Actualizado: 1 de junio de 2025
Si toda la sangre humana que aquí se ha derramado, brotase en este instante de las losas que pisan nuestras plantas, nos llegaria seguramente al cuello. Al decir yo esto, sucedió una cosa muy particular, que juré no echar en olvido al escribir este pasaje.
No comprendía Maximiliano a cuenta de qué era aquello; pero tenía su espíritu admirablemente dispuesto para recibir toda sutileza que se le quisiera echar; estaba hambriento de cosas ideales, y la meditación, el estudio y la soledad habíanle dado una receptividad asombrosa para todo lo que procediera del pensamiento puro.
Alguna vez llegaba hasta decir en voz alta: «Muy bien, don José, muy bien.» Con esto el excusador se animaba hasta querer echar las entrañas por la boca a puros gritos.
Es evidente que la onerosa ocupacion que en la actualidad pesa sobre estos infelices, no solamente los entorpece y los hace echar ménos su estado salvage, en el que siquiera se veian libres, sino que contribuye tambien á paralizar uno de los ramos mas productivos del comercio de la república.
No debe usted echar flores aunque sea de este modo indirecto trayendo a su lado una joven tan linda. ¿Es su hija? Sí, señora.... La señora de Osorio añadió volviéndose a la niña. Esta se puso roja de placer al oirse llamar linda por aquella dama a quien tanto conocía de vista y de nombre.
Después de haberse cerciorado por sí mismo de que nada faltaba para la comodidad de su amigo, Pierrepont le daba algunos detalles históricos y arqueológicos acerca de los Genets, cuando se interrumpió de pronto al oír risas y femeniles voces bajo las ventanas del departamento; aproximóse rápidamente a la ventana del saloncito, que ocupaba una de las torrecillas de los ángulos del castillo, siendo por consecuencia fácil dominar desde allí con la vista el foso... Las persianas estaban cerradas para preservarse sin duda contra los rayos del sol de una ardiente mañana de agosto, pero a través de los listones inferiores, casi horizontalmente dispuestos, pudo echar Pedro una mirada al exterior, y volviéndose con viveza a Fabrice, hízole seña de que guardase silencio, diciéndole al propio tiempo, que sonreía y bajaba la voz: Yo no tengo la costumbre de escuchar entre puertas... ni entre ventanas... pero, en este caso, la tentación se me presenta invencible... ya te diré por qué...
Tengo para mí que si Susana fijó sus hermosos ojos en su primo, fué de tanto oír echar pestes contra ese perdido, ese pillo, ese indecente de Quilito. ¿Qué había hecho el infeliz? Susana no lo sabía; nunca consiguió saberlo. Su bondadoso corazón sufría de verle tratar así, y de escuchar todas las picardías que la madre y el padre, rencorosos, decían de la tía Casilda y del tío Pablo Aquiles.
Creo que esta muchacha no encuentra gran diferencia entre mis veintinueve años y los sesenta y dos de Lacante... ¡Es tan grande la distancia entre ella y yo! Esta muchacha me ha puesto en la categoría de los característicos de teatro. Creer que apenas se ha empezado a vivir y echar de ver que para los demás se ha pasado ya de la juventud, es un descubrimiento que le pone a uno melancólico.
Actores acostumbrados á cobrar, por ejemplo, treinta pesetas diarias, y cuyas esposas disfrutan habitualmente de un sueldo igual, por el lógico deseo de no separarse de ellas, se avendrían á contratarse por un haber muy inferior. Detalles son estos de gran importancia, y que un empresario ó representante de teatros no debe echar en olvido.
Pues mira, mamá, deja que nos pongan como les de la gana; a mí me sale de adentro el ir, y no quiero andar con repulgos. Vamos allá, y arda Troya. Como estamos, vamos bien, sin nada en la cabeza; no tenemos más que echar a andar.
Palabra del Dia
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