United States or Iraq ? Vote for the TOP Country of the Week !


Me duelen las telas de mi corazón; mi corazón ruge dentro de ; no callaré; porque voz de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra. 20 Quebrantamiento sobre quebrantamiento es llamado; porque toda la tierra es destruida; en un punto son destruidas mis tiendas, en un momento mis cortinas. 21 ¿Hasta cuándo tengo que ver bandera, tengo que oír voz de trompeta?

Pero él... ¡Dios mío! lo digo al sacerdote y al desgraciado... él, fray Luis, me ha hecho espantarme de misma... porque... anoche... no dormí... su recuerdo tenaz, continuo, embriagador... acompañado de no qué esperanzas, de no qué temores, me desvelaba... todavía no he dormido... me pesa la cabeza, me duelen los ojos... no , no por qué le amo tanto... porque le amo, no os lo quiero negar.

En mis manos pone no qué virtudes y en mi pecho enciende nueva claridad, y en su empuñadura siento que palpita el misterio fuerte de una inmensidad. " He aquí el hierro le digo al herrero y forja otra hoz". " Ya me duelen contesta los brazos y débil estoy". " Forjarás la segur. ¿No recuerdas que el hierro es tu honor; que del hierro has vivido y el hierro dió a tu fragua inmortal tradición?

Hermano Gabriel dijo la tía María, dirigiéndose a este , ¿no me ha dicho usted que le duelen los ojos? ¿A qué trabaja usted de noche? Me dolían contestó fray Gabriel ; pero don Federico me ha dado un remedio que me ha curado. Bien puede don Federico saber muchos remedios para los ojos, pero no sabe su merced el que no marra dijo el pastor.

Lo , pero desde entonces dicen los inteligentes que no ha producido nada que valga la pena, que se limita a pintar cuadritos de budoir, donde vive mucho más tiempo que en el estudio. Ese es el rumor de la envidia. Hay muchos en Madrid a quienes duelen sus triunfos: los hay también a quienes escuecen los latigazos que sabe propinarles.

Veo que no me olvidas. No tiene importancia: llevo pantuflas. Con botas es más difícil volar. ¡Llama! dijo Pomerantzev . Vámonos volando a cualquier parte, ¿te parece? Porque, ya ves, me aburro aquí. ¡Me aburro tanto! Además, me duelen las piernas. ¡Bueno, volemos! aceptó San Nicolás. Y volaron. En el corredor, mal alumbrado, reinaba un silencio inquietante.

Ahora caigo en la cuenta que cuando leo las oraciones en latín, que no entiendo jota, no me duelen los ojos ni la cabeza. Así habló doña Basilisa. Añadió: ¿Y la otra, la Juana, su mujer? Me parecía algo, vaya, algo así... una tarasca. Tarasquísima afirmó el dominico ; pero está totalmente domesticada.

Bueno: pues aquella noche pidió al chico relación completa de lo que había, y mostrándose indeciso, como persona desganada que no encuentra manjar bastante incitante para despertar su apetito, se resolvió por la pepitoria. «¿Le duelen a usted las muelas, Sr. de Ponte? preguntole el chico, viendo que no se quitaba el pañuelo de la cara. , hijo... un dolor horrible.

Pero evidentemente la vida mundanal no tenía terrores para el novicio, antes le atraía y agradaba, á juzgar por la expresión regocijada con que oyó el anuncio de su expulsión. Su contento acrecentó la iracundia de Fray Diego, quien continuó diciendo: Esto por lo que al castigo espiritual se refiere. Pero á los malos servidores de Dios, de corazón empedernido, poco les duelen tales penas.

Os confieso que estoy tan manoseado, tan traído, tan cansado, tan sin sueño y tan con hambre, tan calado y tan frío, tan asendereado y lastimoso, que no tengo memoria, ni siento más que los huesos que me duelen, las ropas que me mojan, los ojos que se me cierran, el estómago que pide más que cien frailes, y los pies que me chillan. Esto sin contar la cabeza, que se me anda.