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«Mira que te estrello... Verás la azotaina que te vas a llevar... ¡Y qué gordo está el tunante!, parece mentira...». Quelo un batón... ¡hostia! ¿Un bastón?... también te lo compramos, hijo, si te estás calladito... A ver, dónde encontraremos bastones ahora... Buena falta le hace dijo Guillermina, y de los de acebuche, que escuecen bien, para enseñarle a no ser mañoso.

"Tal espinan y escuecen las razones de vuestra epístola, que no semejan sino escritas con el bello de vuestros belfos y quijadas, que no son más ásperos los ortigales de la montaña. "Y no pensedes que soy hijo de paloma blanca o Juan de buen alma que me tomo las barbas con jayán de tres estados y me barajaré con diez gigantes.

Se inclinó al oído de Marenval y le dijo: Dejémoslos juntos. Volveremos dentro de un instante. Me escuecen los ojos y necesito tomar el aire. Salieron sin que las dos mujeres, en su egoísta alegría, advirtiesen siquiera su ausencia. Estaban ocupadas en indemnizarse de toda la ternura de que habían estado privadas dos años. ¿Estás seguro, querido hijo, de que no corres aquí ningún peligro?

Lo , pero desde entonces dicen los inteligentes que no ha producido nada que valga la pena, que se limita a pintar cuadritos de budoir, donde vive mucho más tiempo que en el estudio. Ese es el rumor de la envidia. Hay muchos en Madrid a quienes duelen sus triunfos: los hay también a quienes escuecen los latigazos que sabe propinarles.

Se observa el prurito en el dorso y en el brazo; vesículas que escuecen y corroen, y algunos granos en esta última parte. Los mismos granos, semejantes en los pequeños á los de mijo é inflamados, se observan en el dorso de la mano izquierda. La eminencia tenar, el índice, la tuberosidad isquiática, las piernas, el dorso del pié y sus dedos, son tambien el sitio de algunos pruritos.

La piel está pálida y ha perdido su tonicidad; todos los síntomas que se observan, anuncian una tendencia á la descomposicion: los ardores y punzadas agudas, las vesículas llenas de serosidad acre y quemante, los granos que pican y escuecen despues de rascarse, dejan escoriaciones rebeldes para curarse; las erupciones miliares, las rubicundeces escarlatinosas, así como los equímosis ó eritemas pasivos, las escoriaciones entre las piernas, los granos forunculosos, los orzuelos, hinchazon y esfoliacion de los dedos, las grietas de los labios, de las manos, que se ponen tumefactas cuando se las deja colgantes: estos fenómenos de estancacion de los líquidos en tejidos debilitados son propios del carbonato de amoníaco.