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Actualizado: 22 de noviembre de 2025
El comandante Pierrefonds vivía desorientado, dudando de sus sentidos, creyéndose algunas veces juguete de «la loca de la casa» que también llevaba en lo más alto de su cuerpo, como todos los seres humanos, pero que hasta entonces había vivido dormitando y ahora empezaba á atormentarle con sus jugarretas. Tenía la seguridad de que el maestro había hablado de él en su discurso.
Volviendo los dichos esquifes cargados de soldados y otras gentes, fué descubierta la armada turquesca, y como los mismos turcos dicen, con poca satisfacción y contentamiento de haber sido vista del armada de cristianos, y luego se pusieron á hacer consejo, con muestras de temor, para tomar mejor acuerdo, creyendo que la armada cristiana quisiese combatir, porque ellos no tenían orden del gran Turco de irla á buscar, sino de ir á darle socorro á Trípol, y dudando asimismo que las galeras de España estuviesen allí, de las cuales especialmente tenían gran miedo, y decían que, por estar en Micina las dichas galeras de España el año antes de la dicha impresa, las galeras turquescas no pasaron más adelante de la Belona, y así entonces estaban con esta sospecha, y en este medio no hacían otro que preguntar unos á otros si las dichas galeras estaban allí, y D. Juan de Mendoza, su General, con ellas.
Una remilgada, cerca de mí, se atrevió á decir que yo olía á vino. Otro insolente aludió á mis anchuras, dudando de que cupiesen en el asiento. Les contesté como sé hacerlo y el público protestó á gritos, asegurando que perturbaba el espectáculo. Si me callé al fin, fué porque había empezado la historia de la alsaciana y su perseguidor. Una historia interesante.
La dispersión creció hasta el punto de que sólo quedaron en la plazuela Lobo, Perico Ganzúa, Pinilla y el cadáver del Doctrino, que, herido mortalmente en el cráneo al entrar en el portal, había podido retroceder hasta la plaza, donde cayó. Quince ó veinte le rodeaban, dudando si escapar con los demás ó defenderse.
Fuera de esto, cuanto me rodea y toca es causa de disgusto. ¡Buen nublado se me viene encima! Mi casa comienza a parecer una sucursal del infierno, y voy dudando si vivo en plena realidad o está alguien, por arte de magia, ensayando a costa mía el efecto de alguna de aquellas novelas de hace treinta años, en que un personaje misterioso y fatídico desbarataba la paz de una familia.
Seturas, á pesar de su afición, que era tal que le obligaba con frecuencia á negarse á hacer la partida á los jugadores de naipes y de bolos, no había formado una opinión política sobre un cuerpo más ó menos sólido de doctrinas: en su afición era ciego y testarudo, y estaba tan encarrilado en la senda del periódico, que hubiera creído insultar la razón dudando una sola vez de sus declamaciones.
Aquí subieron de punto la consternación y el asombro del padre vicario. Si el santo de su mayor devoción hubiera sido arrojado del altar y hubiera caído a sus pies, y se hubiera hecho cien mil pedazos, no se hubiera el vicario consternado tanto. Todavía miró a Pepita con incredulidad, como dudando de que aquello fuese cierto y no una alucinación de la vanidad mujeril.
Realmente dijo Ricardo, es más bien buena moza... ¡y ha de haber sido linda! ¿Anastasio la castiga, Baldomero? preguntó como dudando Melchor. ¡Si veinte veces la ha echado del rancho!... pero, ¿a dónde va a ir la infeliz? ¿Por qué no la trae al campo, Baldomero?... Aquí habría trabajo que darle... en el puesto de las aves... o para lavar. Para eso sí... nunca estaría de más.
Estaba en la cama, descoyuntado entre mantas y almohadones. Por verme entrar, me llenó de improperios; detúveme dudando junto a la puerta, y esto fue mi fortuna, porque con la última desvergüenza me arrojó la palmatoria, que se estrelló contra el espejo de un lavabo, a media vara de la cola de mi vestido.
Desnoyers miró con inquietud el látigo que aún empuñaba su diestra. ¿Si intentaría pegarle como á los peones?... Estaba dudando entre hacer frente á un hombre que siempre le había tratado con benevolencia ó apelar á una fuga discreta, aprovechando una de sus vueltas, cuando el estanciero se plantó ante él. ¿Tú la quieres de veras... de veras? preguntó . ¿Estás seguro de que ella te quiere á ti?
Palabra del Dia
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