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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Usted es la persona indicada para guiarme. JULIA. ¿De veras? ¿Ha visto usted obras mías...? DORA. ¡Naturalmente...! ¡En el Salón...! JULIA. Pues tiene usted muy buena vista, porque debo confesarle que no he acudido a ninguna Exposición. DORA. ¡Qué aturdida soy...! Yo he visto trabajos de usted en otra parte... En casa de Chose..., o de Machin... DORA. ¡Eso es! ¡Qué cosa tan bonita, Dios mío...!

Ya el ejército domina una encumbrada colina, y al fin al contrario ve sobre la encantada tierra, que de Elvira la alta sierra se tiende fértil al pié. Y ya venciendo á la aurora puro el sol las cumbres dora, y á su roja ardiente luz reflejan centellas puras, las brillantes armaduras del Profeta y de la cruz.

El objeto de mi amor superior se ofrece a los ojos de mi mente como el sol que todo lo enciende y alumbra llenando de luz los espacios; y el objeto de mi amor más bajo, como átomo de polvo que vaga en el ambiente y que el sol dora.

Sale y deja a la señorita Dora en este recibimiento, que adornan unas acuarelas pobremente enmarcadas y unos grabados extraños.

Vamos a ver... El señor Stowe, ¿es su marido desde hace muy pocos días...? ¿Es un buen mozo, todavía joven, de unos treinta y cinco años...? DORA. Así es, poco más o menos. JULIA. ¿Y usted no sabe aún nada acerca de su carácter ni de sus gustos...? DORA. ¡Dios mío...!

¡Ved el convento de Santa Magdalena! ahora que el sol no le dora con sus rayos, ¡cómo se eleva imponente con sus negros y altos muros y sus vastos pórticos grises cortados en festones! ¡cuán bien sus pesadas torres, sus largas galerías desiertas encuadran en la sombría verdura de las viejas encinas! ¡cómo sus grandes sombras hacen resaltar la luz blanca y viva que alumbra los muros, platea los techos de plomo y la brillante flecha del campanario!

JULIA. ¡Dejemos en paz a Dios...! ¿Usted tiene empeño en ser feliz con un ciudadano al que ha aceptado a ojos cerrados...? Nada más sencillo, si usted acierta a conducirse bien. En primer lugar, ¿lo ama usted? DORA. ¡Oh! ¡Ya lo creo...! ¡Estoy segura de ello...! JULIA. El, por su parte, debe amarla. Sin duda, para casarse con usted, ha sacrificado algunos afectos que estimaba en mucho.

DORA. ¿Está usted muy segura de que no pensará más en ella? JULIA. Se lo juro; puede usted entregarse con toda confianza al dulce dueño, que la iniciará.

TARTA DE MANZANAS. Bátanse más yemas de huevo que claras con una buena mermelada de manzanas bien cocidas; añádase suficiente cantidad de azúcar y un poco de nuez moscada, y se extiende sobre un suelo de masa en hojas de seis o siete vueltas; se levantan los bordes como los de una torta cualquiera y se pone en el horno sobre una lata de hierro o una hoja de papel engrasado; se dora, y se sirve caliente o fría, según los gustos.

El desprecio que tenía 1225 De cuantas cosas miraba, Las galas que desechaba, Los papeles que rompía; El no haber de quien pensase Que mi mano mereciese, 1230 Por servicios que me hiciese, Por años que me obligase; Toda aquella bizarría Que como sueño pasó, Á tanta humildad llegó, 1235 Que por decir podría: Aprended, flores, de Lo que va de ayer á hoy; Que ayer maravilla fuí, Y hoy sombra mía aun no soy. 1240 Flores, que á la blanca aurora Con tal belleza salís, Que soberbias competís Con el mismo sol que os dora, Toda la vida es un hora: 1245 Como vosotras me , Tan arrogante salí; Sucedió la noche al día: Mirad la desdicha mía, Aprended, flores, de . 1250 Maravilla solía ser De toda la Andalucía; Ó maravilla ó María, Ya no soy la que era ayer.

Palabra del Dia

bagani

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