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Actualizado: 13 de junio de 2025
Atenta a sostener siempre el papel que representaba y que desde algún tiempo exigía de ella mucho esmero, por apartarse cada día más de la expresión sincera de su carácter, mostrábase disgustada de cosas que en realidad le producían más agrado que pena, verbi gratia: «¡Ay, hijito!, yo creí que nuestro amigo Pez no acababa esta noche de contarme sus trapisondas domésticas.
Rufina había sacado todas las capacidades domésticas de su madre, y gobernaba el hogar casi tan bien como ella. Claro que no tenía el alto tino de los negocios, ni la consumada trastienda, ni el golpe de vista, ni otras aptitudes entre morales y olfativas de aquella insigne matrona; pero en formalidad, en honesta compostura y buen parecer, ninguna chica de su edad le echaba el pie adelante.
Era la hora de las confidencias domésticas: la doncella, al paso que explicaba el empleo del dinero, se entretenía a narrar todos los incidentes insignificantes del día, las nonadas de la casa: hablaba largamente de las gracias de Chuchú, de sus oportunas contestaciones, comprendiendo que era el flaco de la señora; se quejaba de algunas groserías del jefe; contaba con risita burlona que miss Ana había comprado una nueva caja de polvos de arroz. ¡Bah! ¿para qué querrá esa buena mujer los polvos de arroz? ¡De todos modos ha de salir a la calle más fea que Picio!
Dos virtudes domésticas que se llaman laboriosidad y economía: hé aquí el verdadero dote, el dote más grande, que un padre puede dar á su hija. Con ese dote, la pobre es rica; y la fea es hermosa. Sin ese dote, la hermosa es fea, y la rica es pobre. ¡Cuántos pechos exhalarán un profundo suspiro, al leer estos desaliñados renglones! La francesa partió con el lacayo.
La raza es de lo más sano y hermoso que he conocido en España, y yo creo que son partes principalísimas de ello la continua gimnasia del monte, la abundancia de la leche y la honradez de las costumbres públicas y domésticas.
La introducción de carneros de Patagonia, con el objeto de cruzarlos con los del país, es una de los adelantos recientes del desarrollo de la industria pecuaria en el Perú. El Perú es la tierra natal de los llamas, que fueron las únicas bestias domésticas que tenían los indios antes de la época del descubrimiento.
Después, a paso lento, mirando con sus ojos saltones, inocentes, a los transeuntes, deteniéndolos particularmente en las frescas domésticas que regresaban a sus casas con la cesta de la compra llena y las mejillas más coloradas por el esfuerzo, se dirigió al Banco de España. Era mucha la gente que le quitaba el sombrero.
Procuraba también ocultarse y hacerles pensar que estaban solas, espiándolas por el quicio de las puertas o presentándose de golpe cuando menos lo esperaban. Al principio las domésticas no podían comprender qué significaban aquellos desusados pasos y lo tomaban como una de sus muchas extravagancias; pero así que lo supieron se mostraron tan ofendidas que resolvieron marcharse.
Y hasta otra. En la casa, donde imperaba la pulcritud, se le miraba de mal ojo y era a menudo víctima por su aversión a aquella preciosa cualidad, no sólo de las correcciones paternales, sino de las crueles e impensadas arremetidas de su hermana mayor Eulalia, joven de diez y seis abriles no muy floridos, casta, limpia, hacendosa, diligente, llena, en fin, de virtudes domésticas, el mimo de sus papás y el blanco del odio de Enrique y del primo Miguel.
Necesito detenerme en Madrid algunos días para arreglar ciertos asuntos. A Valencia llegaré el diez del que viene. ¿Vas a algún regimiento? Al primero montado. ¡Ah! Y guardaron silencio. La tristeza les dominaba a todos, asfixiando la conversación, que otras veces solía ser muy animada, aunque versara sobre menudencias domésticas. Don Mariano la entabló de nuevo en tono triste y distraído.
Palabra del Dia
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