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Actualizado: 13 de mayo de 2025
No nos hemos distraido de hablar del medicamento como agente dinámico, por ocuparnos de las propiedades evacuantes, derivativas, etc..... de algunos de ellos. No hemos dicho nada de los medios domésticos tan útiles algunas veces.
El adversario no ha penetrado la intencion, no acude al peligro, juega, y el distraido que perdia tiempo y piezas, ataca por el flanco descubierto, y con maligna sonrisa dice: «jaque mate.» Tiene razon, gritan todos, y ¿cómo no lo habiamos visto? y una cosa tan sencilla!.... pues es claro, perdió el tiempo para enfilar por aquel lado, abandonó una pieza para abrirse paso; acudió allí, no para defenderse sino para cerrar aquella salida; parece imposible que no lo hubiéramos advertido.»
Siguió distraído por la muralla sin apartar los ojos del mar, cuyas olas batían á sus pies con dulce, armónico, son. Algunos minutos después se hallaba en el Campo del Sur frente á su casa. Se apoyó en el pretil del muro, y quedó sumido en profunda meditación. Pensó en los últimos reveses de amor que había experimentado, y un sentimiento de abandono invadió su corazón.
Uno de ellos hace una jugada al parecer tan indiferente..... «tiempo perdido,» dicen los espectadores; luego abandona una pieza que podia muy bien defender, y se entretiene en acudir á un punto por el cual nadie le amenaza. «Vaya una humorada, exclaman todos, esto le hará á V. mucha falta.» «¿Qué quieren Vds.? dice el taimado, no atina uno en todo,» y continúa como distraido.
Preguntole por la salud, y luego hizo lo mismo con su esposo. Pero éste, sea porque se hallaba distraído o bien por la aversión concentrada que le tuviese, no contestó al saludo. El estudiante quedó cortado. Raquel, entonces, no pudiendo disimular la indignación o, por mejor decir, la rabia que la conducta de su esposo le produjo, tomó la palabra, y ¡aquí fue ella!
Más le importaba la conducta de aquel ingrato que a su lado dormía tan tranquilo. Porque no tenía duda de que Juan andaba algo distraído, y esto no lo podían notar sus padres por la sencilla razón de que no le veían nunca tan cerca como su mujer. El pérfido guardaba tan bien las apariencias, que nada hacía ni decía en familia que no revelara una conducta regular y correctísima.
Vino poco después Nanín con una nueva y la entregó a Clara con igual alegría, pero Tristán volvió a apoderarse de ella y, haciéndose el distraído, la arrojó otra vez al suelo. Cuando al cabo de algunos instantes llegó por tercera vez el marqués con una nueva ofrenda, no pudo menos de advertir que sus lindas flores azules no estaban en las manos de Clara.
Esta le puso al corriente, sofocada por los sollozos, de la falta de respeto de su hija. Don Rosendo se creyó en el caso de arrugar el entrecejo, y decir con tono solemne: Eso está mal hecho, Ventura. Ve a pedir perdón a tu mamá. Se le conocía que estaba distraído, absorto por algún pensamiento, y que aquel suceso doméstico no conseguía más que a medias arrancarle de su preocupación.
Al rato otro se desperezó, restregóse los ojos caminando, y se tiró al agua. Pasó media hora; el sol iba cayendo. Sentí de pronto que me tocaban en el hombro. ¿Qué hora es? Las cinco respondí. El viejo marinero me miró desconfiado, con las manos en los bolsillos, recostándose enfrente de mí. Miró largo rato mi pantalón, distraído. Al fin se tiró al agua.
MÁXIMO. Está mal. Sin duda te has distraído. ELECTRA. No ponéis la atención debida... una atención serena... MÁXIMO. Es que mientras hacéis los cálculos, estáis pensando en las musarañas. Y hablando de toros, de teatros, de mil tonterías. Así sale ello. GIL. Rectificaré las operaciones. MÁXIMO. Mucho tino, Gil.
Palabra del Dia
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